Una virtud hoy olvidada pero fundamental: la templanza

Por Kenneth Pierce

Continuando con la escalera espiritual propuesta por San Pedro el siguiente escalón, luego de la “gnosis”, es la “enkrateia”. Esta palabra griega se suele traducir al castellano como templanza o dominio propio.

La etimología de esta palabra ayuda mucho a comprender su significado. Enkrateia viene de la raíz griega -krat, que significa tener poder o señorío sobre las cosas o sobre uno mismo. Los griegos usaban esta palabra con frecuencia para referirse a la disciplina personal en todo lo relacionado a los sentidos.

La templanza, que es moderación y control de los pensamientos, de los afectos y del comportamiento en las cosas temporales –aun cuando estas no sean malas en sí mismas–, es una gran virtud y muy necesaria en la vida cristiana. Es, de hecho, un camino positivo de dominio sobre uno mismo y sobre lo que el mundo nos ofrece.

Vemos así que esta tercera virtud señalada por San Pedro tiene una relevancia muy fuerte en nuestro tiempo. En medio de una cultura que cultiva constantemente la búsqueda del placer sin freno y la satisfacción inmediata de gustos y caprichos, la templanza aparece como un horizonte que va contra la corriente de los tiempos actuales.

Ya nos lo recordaba San Pablo: Debemos «vivir con moderación, justicia y piedad en el siglo presente» (Tt 2,12). Seguiremos profundizando sobre esta virtud tan olvidada en nuestro tiempo, pero tan importante para la santidad, en las siguientes semanas.

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