Santa María, modelo de fe

En el Año de la Fe, el Beato Juan Pablo II nos da cinco claves para profundizar en ella a la luz del modelo de Santa María:

1. La primera bienaventuranza que menciona el Evangelio es la de la fe, y se refiere a María: «¡Feliz la que ha creído!» (Lc 1, 45)

2. En la Anunciación, María está ante un mensaje más desconcertante aún, como es la propuesta de convertirse en la madre del Mesías. Frente a esta perspectiva, no reacciona con la duda; se limita a preguntar cómo puede conciliarse la virginidad, a la que se siente llamada, con la vocación materna. A la respuesta del ángel, que indica la omnipotencia divina que obra a través del Espíritu, María da su consentimiento humilde y generoso. En ese momento único de la historia de la humanidad, la fe desempeña un papel decisivo.

3. Si queremos contemplar la profundidad de la fe de María, nos presta una gran ayuda el relato evangélico de las bodas de Caná. Ante la falta de vino, María podría buscar alguna solución humana para el problema que se había planteado pero no duda en dirigirse inmediatamente a Jesús: «No tienen vino» (Jn 2, 3). Sabe que Jesús no tiene vino a su disposición; por tanto, verosímilmente pide un milagro. Y la petición es mucho más audaz porque hasta ese momento Jesús ano no había hecho ningún milagro.

4. Al decir que María estaba de pie junto a la cruz, el evangelista san Juan (cf. Jn 19, 25) nos da a entender que María se mantuvo llena de valentía en ese momento dramático. Ciertamente, fue la fase más dura de su «peregrinación de fe» (cf. Lumen gentium, 58). Pero ella pudo estar de pie porque su fe se conservó firme.

5. La resurrección fue la confirmación definitiva de la fe de María. Más que en cualquier otro, la fe en Cristo resucitado transformó su corazón en el más auténtico y completo rostro de la fe, que es el rostro de la alegría.

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