Una estrofa del himno mariano oriental Akathistos (s.V) nos ayuda a expresar nuestra devoción filial a María:
«Oradores brillantes
como peces se callan
ante Ti, Santa Madre del Verbo.
Cómo ha sido posible no entienden
ser Tú Virgen después de ser Madre.
El prodigio admiramos tus fieles,
y con fe proclamamos:
Salve, Sagrario de arcana sapiencia;
Salve, Despensa de la Providencia.
Salve, por Ti se confunden los sabios;
Salve, por Ti el orador enmudece.
Salve, por Ti se aturden sutiles doctores;
Salve, por Ti desfallecen autores de mitos;
Salve, disuelves enredos de agudos sofistas;
Salve, rellenas las redes de los pescadores.
Salve, levantas de honda ignorancia;
Salve, nos llenas de ciencia suprema.
Salve, Navío del que ama salvarse;
Salve, ¡Oh Puerto en el mar de la vida!
Salve, ¡Virgen y Madre!».