EXTRACTO DE LA AUDIENCIA GENERAL DEL PAPA FRANCISCO 18 DEMARZO DE 2015
Hoy me detendré sobre el gran don que son los niños para la humanidad… …pero también son los grandes excluidos, porque ni siquiera los dejan nacer.
…Por como son tratados los niños se puede juzgar la sociedad, pero no sólo moralmente, también sociológicamente. Si es una sociedad libre o una sociedad esclava de intereses internacionales.
…Los niños nos recuerdan que todos… …hemos sido totalmente dependientes de los cuidados y de la benevolencia de los demás.Y el Hijo de Dios no se ha ahorrado este pasaje. Es el misterio que contemplamos cada año, en Navidad. El Belén es el icono que nos comunica esta realidad en el modo más simple y directo.
Es curioso: Dios no tiene dificultad para hacerse entender por los niños, y los niños no tienen problemas en entender a Dios…
Este término “pequeños” indica a todas las personas que dependen de la ayuda de los demás, y en particular, a los niños. Por ejemplo Jesús dice: “Te alabo, Padre, Señor del cielo y de la tierra, por haber ocultado estas cosas a los sabios y a los prudentes y haberlas revelado a los pequeños” (Mt 11, 25)…
…Los niños son en sí mismos una riqueza para la humanidad y también para la Iglesia, porque nos llaman constantemente a la condición necesaria para entrar en el Reino de Dios: no considerarnos autosuficientes, sino necesitados de ayuda, de amor, de perdón…
Los niños nos recuerdan otra cosa bella… …que somos siempre hijos… …Todos somos hijos.
Y eso nos vuelve a llevar siempre al hecho de que la vida no nos la hemos dado nosotros, sino que la hemos recibido. El gran don de la vida es el primer regalo que hemos recibido… …A veces corremos el riesgo de vivir olvidándonos de esto, como si fuéramos nosotros los dueños de nuestra existencia, y en cambio somos radicalmente dependientes.
En realidad, es motivo de gran alegría sentir que en cada edad de la vida, en cada situación, en cada condición social, somos y permanecemos hijos…
…Hay tantos dones, tantas riquezas que los niños traen a la humanidad. Recordaré sólo algunos.
Traen su modo de ver la realidad, con una mirada confiada y pura. El niño tiene una confianza espontánea en el papá y la mamá; y tiene una confianza espontánea en Dios, en Jesús, en la Virgen.
Al mismo tiempo, su mirada interior es pura, todavía no está contaminada por la malicia, por las dobleces, por las “costras” de la vida que endurecen el corazón. Sabemos que también los niños tienen el pecado original, que tienen sus egoísmos, pero conservan una pureza y una simplicidad interior.
Pero los niños no son diplomáticos: dicen lo que sienten, dicen lo que ven, directamente… …Los niños dicen lo que piensan, no son personas dobles. Todavía no han aprendido aquella ciencia de la “doblez” que nosotros, los adultos, hemos aprendido.
Los niños, además, en su simplicidad interior, traen consigo la capacidad de dar y recibir ternura. Ternura es tener un corazón “de carne” y no “de piedra”…
Los niños tienen la capacidad de sonreír y de llorar…
Sonreír y llorar, dos cosas que en nosotros los grandes, a menudo se “bloquean”, ya no somos capaces… …Los niños sonríen espontáneamente y lloran espontáneamente.
…Los niños pueden enseñarnos de nuevo a sonreír y llorar.
Tenemos que preguntarnos nosotros mismos: ¿yo sonrío espontáneamente, con frescura, con amor? ¿O nuestra sonrisa es artificial? ¿Yo todavía lloro? ¿O he perdido la capacidad de llorar? Dos preguntas muy humanas que nos enseñan los niños.
Por todas estas razones, Jesús invita a sus discípulos a “ser como los niños”, porque «el Reino de Dios pertenece a los que son como ellos» (cf. Mt 18, 3; Mc 10, 14).
…Los niños traen vida, alegría, esperanza. Cierto, también traen preocupaciones y a veces muchos problemas; pero es mejor una sociedad con éstas preocupaciones y estos problemas, que una sociedad triste y gris, porque se ha quedado sin niños.
Y cuando vemos que el nivel de nacimientos de una sociedad apenas llega al uno por ciento podemos decir: “Esta sociedad es triste, es gris, porque se ha quedado sin niños”».