Papa Francisco: “¿Por qué un Jubileo de la Misericordia?”

EXTRACTO DE LA AUDIENCIA DEL PAPA FRANCISCO

9 de diciembre de 2015

CNA_554a60724cc62_57304

“¿Por qué un Jubileo de la Misericordia? ¿Qué significa esto?

La Iglesia necesita de este momento extraordinario… 

…El Jubileo es un tiempo favorable para todos nosotros, porque contemplando la Divina Misericordia, que supera cada límite humano y resplandece sobre la oscuridad del pecado, podamos transformarnos en testigos más convencidos y eficaces.

Dirigir la mirada a Dios, Padre misericordioso, y a los hermanos necesitados de misericordia, significa poner la atención sobre el contenido esencial del Evangelio: Jesús, la Misericordia hecha carne, que hace visible a nuestros ojos el gran misterio del Amor trinitario de Dios. Celebrar un Jubileo de la Misericordia equivale a poner de nuevo al centro de nuestra vida personal y de nuestras comunidades lo específico de la fe cristiana, es decir, Jesucristo, Dios misericordioso.

…Este Año Santo nos es ofrecido para experimentar en nuestra vida el toque dulce y suave del perdón de Dios, su presencia al lado de nosotros y su cercanía, sobre todo en los momentos de mayor necesidad.

…Es un momento privilegiado para que la Iglesia aprenda a elegir únicamente “lo que a Dios le gusta más”… …Perdonar a sus hijos, tener misericordia de ellos, de modo que también ellos puedan a su vez perdonar a los hermanos, resplandeciendo como antorchas de la misericordia de Dios en el mundo…

…La alegría de Dios es perdonar, el ser de Dios es misericordia.

Por eso, este año debemos abrir el corazón, para que este amor, esta alegría de Dios nos llene, nos llene a todos nosotros de esta misericordia.

…Nada es más importante que elegir “lo que a Dios le gusta más”, ¡su misericordia, su amor, su ternura, su abrazo, sus caricias!

También la necesaria obra de renovación de las instituciones y de las estructuras de la Iglesia es un medio que debe conducirnos a hacer la experiencia viva y vivificante de la misericordia de Dios que, sola, puede garantizar a la Iglesia el ser aquella ciudad puesta sobre un monte que no puede permanecer escondida (cfr Mt 5,14).

Solamente resplandece una Iglesia misericordiosa…

«Sentir fuerte en nosotros la alegría de haber sido reencontrados por Jesús, que como Buen Pastor ha venido a buscarnos porque estábamos perdidos»: éste es el objetivo que la Iglesia se pone en este Año Santo…

Especialmente en nuestro tiempo, en que el perdón es un huésped raro en los ámbitos de la vida humana, el llamamiento a la misericordia se hace más urgente en todo lugar: en la sociedad, en las instituciones, en el trabajo y también en la familia.

…En la raíz del olvido de la misericordia, está siempre el amor proprio. En el mundo, esto toma la forma de la búsqueda exclusiva de los propios intereses, de placeres, de honores unidos al querer acumular riquezas; mientras que en la vida de los cristianos se disfraza a menudo de hipocresía y de mundanidad. Todas estas cosas son contrarias a la misericordia.

Los impulsos del amor propio, que hacen extranjera la misericordia en el mundo, son tantos y tan numerosos que frecuentemente ni siquiera somos capaces de reconocerlos como límites y como pecado.

He aquí por qué es necesario reconocer que somos pecadores, para reforzar en nosotros la certeza de la misericordia divina. “Señor, yo soy un pecador, Señor soy una pecadora, ven con tu misericordia”…

Queridos hermanos y hermanas, deseo que en este Año Santo cada uno de nosotros experimente la misericordia de Dios, para que seamos testigos de “lo que a Dios le gusta más”. ¿Es de ingenuos creer que esto pueda cambiar el mundo? Si, humanamente hablando es de locos, pero «la locura de Dios es más sabia que la sabiduría de los hombres, y la debilidad de Dios es más fuerte que la fortaleza de los hombres» (1 Cor 1,25).

Comentarios

Comentarios

Comparte esta publicación

Share on facebook
Share on twitter
Share on linkedin
Share on pinterest
Share on print
Share on email