Papa Francisco: “ES HORA DE QUE LOS PADRES RETOMEN PLENAMENTE LA EDUCACIÓN DE SUS HIJOS”

EXTRACTO AUDIENCIA DEL PAPA FRANCISCO 20 DE MAYO DE 2015

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Hoy nos detendremos a reflexionar en una característica esencial de la familia, es decir, su naturaleza vocacional a educar los hijos para que crezcan en la responsabilidad de sí mismos y de los otros.

…Es difícil educar para los padres que ven a sus hijos solo por la noche, cuando vuelven a casa cansados…

…¿cómo educar? ¿Qué tradición tenemos hoy para transmitir a nuestros hijos?

Intelectuales ‘críticos’ de todo tipo han callado a los padres de mil modos… …La familia ha sido acusada, entre otras cosas, de autoritarismo, de favoritismo, de conformismo, de represión afectiva que genera conflictos.

De hecho, se ha abierto una grieta entre la familia y la sociedad que mina la confianza recíproca. De este modo, la alianza educativa de la sociedad con la familia ha entrado en crisis.

…En la escuela se han comprometido las relaciones entre los padres y los profesores. A veces hay tensiones y desconfianza recíproca…

…Se han multiplicado los llamados ‘expertos’, que han ocupado el papel de los padres también en los aspectos más íntimos de la educación. Sobre la vida afectiva, sobre la personalidad y el desarrollo, sobre los derechos y sus deberes, los ‘expertos’ saben todo: objetivos, motivaciones, técnicas.

Y los padres sólo deben escuchar, aprender a adecuarse. A menudo, privados de su papel, se vuelven excesivamente aprensivos y posesivos con respecto a sus hijos, hasta llegar a no corregirlos nunca.

…Es evidente que este enfoque no es bueno: no es armónico, no es dialógico, y en lugar de favorecer la colaboración entre la familia y los otros agentes educativos, los contrapone.

…No hay duda que los padres, o mejor, ciertos modelos educativos del pasado, tenían algunos límites. Pero es también verdad que hay errores que sólo los padres están autorizados a hacer, porque pueden compensarlos de un modo que es imposible a ningún otro.

Por otra parte, lo sabemos bien, la vida se ha convertido en avara de tiempo para hablar, reflexionar, confrontarse. Muchos padres están ‘secuestrados’ por el trabajo y por otras preocupaciones, avergonzados de las nuevas exigencias de los hijos y de la complejidad de la vida actual, y se encuentran como paralizados por el temor a equivocarse.

…¿Buscamos entender ‘dónde’ los hijos verdaderamente están en su camino? ¿Dónde está realmente su alma? ¿Lo sabemos? Y sobre todo: ¿Lo queremos saber? ¿Estamos convencidos de eso, en realidad, no esperan algo más?

Las comunidades cristianas están llamadas a ofrecer apoyo a la misión educativa de las familias, y lo hacen sobre todo con la luz de la Palabra de Dios…

En la base de todo está el amor, aquél que Dios nos dona, que «no falta al respeto, no busca su propio interés, no se enoja, no toma en cuenta el mal recibido… todo perdona, todo cree, todo espera, todo soporta» (1 Cor 13, 5-6).

También en las mejores familias es necesario soportarse. ¡Y se necesita tanta paciencia!…

Y cuando dijo que “su madre y sus hermanos” son todos aquellos «que escuchan la Palabra de Dios y la ponen en práctica» (Lc 8, 21), mostró hasta qué punto la raíz de estos vínculos puede florecer, hasta conducirlos más a allá de sus propios intereses.

También en este caso, la gracia del amor de Cristo lleva a cumplir lo que está inscrito en la naturaleza humana. ¡Cuántos ejemplos estupendos tenemos de padres cristianos llenos de sabiduría humana!

Ellos muestran que la buena educación familiar es la columna vertebral del humanismo. Su irradiación social es el recurso que permite compensar las lagunas, las heridas, los vacíos de paternidad y maternidad que tocan a los hijos menos afortunados. Esta irradiación puede hacer auténticos milagros. ¡Y en la Iglesia suceden cada día estos milagros!

Que el Señor done a las familias cristianas la fe, la libertad y la valentía necesarias para su misión. Si la educación familiar reencuentra el orgullo de su protagonismo, muchas cosas mejorarán, para los padres inciertos y los hijos decepcionados. Es el momento de que los padres y las madres regresen de su exilio, y reasuman plenamente su papel educativo.

 

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