+ En el nombre del Padre, y del Hijo y del Espíritu Santo
Pueden iniciar cantando un villancico
El papá u otro miembro de la familia dice:
El tercer Domingo de Adviento se nos invita de manera especial a la alegría. En la tradición se conoce como el Domingo de Gaudete recordando la exhortación de San Pablo a alegrarnos porque Jesús viene. San Juan Bautista es ejemplo de preparación del camino del Redentor y nos recuerda que Jesús es la fuente de la alegría en nuestra vida.
Un miembro de la familia enciende la tercera vela de la corona, y el papá dice la aclamación:
Aclamación: ¡Ven, Señor, no tardes!
Todos: ¡Ven, ven, que te esperamos!
En seguida otro miembro de la familia lee este pasaje del Evangelio
Lectura del Evangelio según San Juan:
Surgió un hombre enviado por Dios, que se llamaba Juan: éste venía como testigo, para dar testimonio de la luz, para que por él todos vinieran a la fe. No era él la luz, sino testigo de la luz. Y éste fue el testimonio de Juan, cuando los judíos enviaron desde Jerusalén sacerdotes y levitas a Juan, a que le preguntaran: «¿Tú quién eres?». Él confesó sin reservas: «Yo no soy el Mesías». Le preguntaron: «¿Entonces, qué? ¿Eres tú Elías?». Él dijo: «No lo soy». «¿Eres tú el Profeta?». Respondió: «No». Y le dijeron: «¿Quién eres? Para que podamos dar una respuesta a los que nos han enviado, ¿qué dices de ti mismo?». Él contestó: «Yo soy la voz que grita en el desierto: “Allanen el camino del Señor”, como dijo el profeta Isaías». Entre los enviados había fariseos y le preguntaron: «Entonces, ¿por qué bautizas, si tú no eres el Mesías, ni Elías, ni el Profeta?». Juan les respondió: «Yo bautizo con agua; pero en medio de ustedes hay uno que no conocen, que viene detrás de mí, y al que no soy digno de desatar la correa de su sandalia». Esto pasaba en Betania, en la otra orilla del Jordán, donde estaba Juan bautizando.
Reflexión: La familia hace un momento de silencio para meditar en la Palabra de Dios. Si lo consideran oportuno, pueden compartir sus reflexiones.
Todo juntos rezan:
Ayúdanos, Señor, a descubrir la alegría verdadera que brota del encuentro contigo. Escucha nuestras peticiones y concédenos lo que te pedimos:
Se reparten las intenciones entre los miembros de la familia:
- Por todos nosotros, para que vivamos en paz y armonía y sepamos hacer que Jesús sea el centro de nuestro hogar.
- Por todos nuestros familiares y amigos, para que este tiempo de preparación para la Navidad esté lleno de bendiciones.
- Por todos aquellos que más necesitan de nuestras oraciones: los enfermos, las personas que están solas o sufren aflicción, los más pobres, para que la luz de la esperanza ilumine sus vidas y seamos solidarios con sus necesidades.
Se añaden las intenciones de la familia. El papá u otro miembro de la familia dice:
Jesús, Hijo de Dios, que viniste al mundo para salvarnos y bautizarnos con el Espíritu Santo, Tú eres la fuente de la auténtica alegría en nuestra vida. Sé Tú siempre el centro de nuestra vida personal y familiar y acrecienta en nosotros el anhelo por ver tu Rostro.
Se puede terminar cantando un villancico u otra canción apropiada.
+ En el nombre del Padre, y del Hijo y del Espíritu Santo.