“La oración es para el apóstol la luz de la vida. La vida apostólica es altísima porque vive de ideales divinos alejados de los ideales humanos, como el cielo de la tierra. Es difícil, heroica, porque en cada momento ha de darlo todo por el reino de los cielos”.
“En medio de tantas cosas el apóstol ha de marchar con paso firme. ¿Quién le mostrará el camino? La oración y sólo la oración. La prudencia de la carne es enemiga de Dios y los pensamientos de Dios no son como los de los hombres y la oración es la única que nos hace conocer a Dios y los ideales divinos”.
+ San Alberto Hurtado
De la ida de Jesús al desierto, Plática preparatoria de los Ejercicios Espirituales del Clero de Santiago