Oración del viernes
“”Sígueme”. El se levantó y lo siguió”
+ En el nombre del Padre, y del Hijo, y del Espíritu Santo. Amén.
Oración inicial
Buen Señor, sé que hoy sales nuevamente a mi encuentro y me llamas a seguirte. Con un corazón abierto y confiado me pongo en tu presencia al comenzar mi oración, pidiéndote que me ayudes a acoger en mi vida tu mensaje de amor, tu mensaje de perdón y de paz.
Acto penitencial
– (Hago en silencio un breve examen de conciencia de mi último día).
Cuando miro, Señor, mi fragilidad y mi pecado, reconozco que necesito de Ti, necesito de un médico que sane mis heridas, que sane mi enfermedad. Renuévame Señor las fuerzas en mi combate contra el pecado, y lléname de amor y de esperanza en mi camino hacia la santidad.
Lectura Bíblica según el Evangelio del día: ““Sígueme”. El se levantó y lo siguió” (San Mateo 9,9-13).
Al irse de allí, Jesús vio a un hombre llamado Mateo, que estaba sentado a la mesa de recaudación de impuestos, y le dijo: “Sígueme”. El se levantó y lo siguió. Mientras Jesús estaba comiendo en la casa, acudieron muchos publicanos y pecadores, y se sentaron a comer con él y sus discípulos. Al ver esto, los fariseos dijeron a los discípulos: “¿Por qué su Maestro come con publicanos y pecadores?”. Jesús, que había oído, respondió: “No son los sanos los que tienen necesidad del médico, sino los enfermos. Vayan y aprendan qué significa: Yo quiero misericordia y no sacrificios. Porque yo no he venido a llamar a los justos, sino a los pecadores”.
Lectura espiritual breve
Profundicemos en la Palabra del Señor ayudados por unas reflexiones del papa Juan Pablo II:
El Evangelio de la Misa nos muestra una vez más como el Señor está cerca de quien más lo necesita. Ha venido a curar, a perdonar, a salvar, y no sólo a conservar a los que están sanos. Él es el que cura ante todo las enfermedades del alma y no tienen necesidad de médico los sanos, sino los enfermos, dice a quienes le critican porque come con publicanos y pecadores. Cuando los asuntos del alma no marchan, cuando se ha perdido la salud -y nunca estamos del todo sanos-, Jesús está dispuesto a derrochar más cuidados, más ayudas. No se separa del enfermo, no se aleja de nosotros, no da a nadie por perdido, pues Él nos llama a la santidad y tiene preparadas las gracias necesarias. Sólo el enfermo puede hacer ineficaces, rechazándolas, las medicinas y la acción de este Médico que todo lo puede curar. La voluntad salvadora de Cristo para cada uno de sus discípulos, para nosotros, es la garantía de alcanzar lo que Él mismo nos pide.
Breve meditación personal
– (Haz silencio en tu interior y pregúntate:)
1.- ¿Qué me dice el evangelio que he leído?
2.- ¿Cómo ilumina mi vida?
3.- ¿Qué tengo que cambiar para ser más como Jesús?
4.-¿Qué me falta para ser más como Él?
Acción de gracias y peticiones personales
Señor Jesús, quiero agradecerte muchísimo el don de tu perdón, el don de tu misericordia. Me conmueve profundamente el que te hayas fijado en mí y me hayas llamado a seguirte, y también que estés siempre dispuesto a mostrarme el auténtico sentido de mi vida. Que pueda amigo bueno, acercarme con renovadas fuerzas a Ti; que pueda sentarme a la mesa contigo y compartirte mi vida, para que así, junto contigo pueda vivir hoy y siempre, cumpliendo tu plan.
Amén.
– (Si quieres, puedes pedirle al Señor por tus intenciones).
– Reza un Padre Nuestro, un Ave María y un Gloria…
Consagración a María
– Pidamos la intercesión de nuestra Madre rezando:
Cuando Tú estás junto a mí me siento confiado y seguro.
Tu auxilio maternal me hace experimentar
el calor de tu ternura.
Acompáñame siempre, ¡oh Santísima!
Nunca te alejes de mí, incluso cuando yo
me muestre ingrato; apelo a tu comprensión
y perdón de Madre.
Tu dulce perseverancia será siempre
un ardoroso ejemplo
y un aliciente para mi fidelidad.
Amén.
+ En el nombre del Padre, y del Hijo, y del Espíritu Santo. Amén.