Oración del viernes
“Señor, tú lo sabes todo; sabes que te quiero”
+ En el nombre del Padre y, del Hijo, y del Espíritu Santo: Amén.
Oración Inicial
Señor, Tú lo sabes todo, Tú conoces lo más profundo de mi corazón. Yo sé que no me abandonas nunca y siempre estás a mi lado. Te pido que en esta oración pueda abrir mi mente y mi corazón a tu Palabra y pueda después llevarla con alegría a la acción.
Acto penitencial
– (Hago en silencio un breve examen de conciencia de mi último día).
Señor Jesus, te pido humildemente perdón por las faltas y pecados he cometido desde mi última confesión. Sabes que soy débil y sin Ti nada puedo. Perdóname Buen Señor y dame tu gracia para no faltar más contra Ti.
Lectura Bíblica según el Evangelio del día:“Señor, tú lo sabes todo; sabes que te quiero” (San Juan 21,15-19)
Después de comer, Jesús dijo a Simón Pedro: “Simón, hijo de Juan, ¿me amas más que estos?”. El le respondió: “Sí, Señor, tú sabes que te quiero”. Jesús le dijo: “Apacienta mis corderos”. Le volvió a decir por segunda vez: “Simón, hijo de Juan, ¿me amas?”. El le respondió: “Sí, Señor, sabes que te quiero”. Jesús le dijo: “Apacienta mis ovejas”. Le preguntó por tercera vez: “Simón, hijo de Juan, ¿me quieres?”. Pedro se entristeció de que por tercera vez le preguntara si lo quería, y le dijo: “Señor, tú lo sabes todo; sabes que te quiero”. Jesús le dijo: “Apacienta mis ovejas. Te aseguro que cuando eras joven, tú mismo te vestías e ibas a donde querías. Pero cuando seas viejo, extenderás tus brazos, y otro te atará y te llevará a donde no quieras”. De esta manera, indicaba con qué muerte Pedro debía glorificar a Dios. Y después de hablar así, le dijo: “Sígueme”.
Lectura Espiritual breve
–(Lee este texto del Papa Benedicto XVI que te ayudará a profundizar el sentido del Evangelio).
Simón comprende que a Jesús le basta su amor pobre, el único del que es capaz, y sin embargo se entristece porque el Señor se lo ha tenido que decir de ese modo. Por eso le responde: Señor, tú lo sabes todo, tú sabes que te quiero […] Desde aquel día, Pedro siguió al Maestro con la conciencia clara de su propia fragilidad; pero esta conciencia no lo desalentó, pues sabía que podía contar con la presencia del Resucitado a su lado. Del ingenuo entusiasmo de la adhesión inicial, pasando por la experiencia dolorosa de la negación y el llanto de la conversión, Pedro llegó a fiarse de ese Jesús que se adaptó a su pobre capacidad de amor. Y así también a nosotros nos muestra el camino, a pesar de toda nuestra debilidad. Sabemos que Jesús se adapta a nuestra debilidad. Nosotros lo seguimos con nuestra pobre capacidad de amor y sabemos que Jesús es bueno y nos acepta. Pedro tuvo que recorrer un largo camino hasta convertirse en testigo fiable, en piedra de la Iglesia, por estar constantemente abierto a la acción del Espíritu de Jesús. (Benedicto XVI, 24 de mayo de 2006).
Breve meditación personal
– Haz silencio en tu interior y pregúntate:
1.- ¿Qué me dice el evangelio que he leído?
2.- ¿Cómo ilumina mi vida?
3.- ¿Qué tengo que cambiar para ser más como Él?
4.- ¿Qué me falta para ser más como Él?
Acción de gracias y peticiones personales
Gracias Jesús por encontrarte conmigo. Gracias Señor por iluminar mi vida con la luz de tu resurrección. Concédeme una fe sólida y una perseverancia fiel, para poder alcanzar la felicidad y la santidad que tanto anhelo. Amén
– (Si quieres, puedes hacer pedirle al Señor por tus intenciones).
– Reza un Padre Nuestro, un Ave María y un Gloria...
Consagración a María
– Termina esta oración rezándole a María.
Madre del Amor Misericordioso,
bien sabes que tu Hijo,
desde lo alto de la Cruz,
señaló el camino de la piadosa filiación
como aquel que deberíamos recorrer.
Te imploro me obtengas la gracia
de acercarme a tu Inmaculado Corazón,
desde mi propio corazón,
para aprender a amarte
y a honrarte
con el amor
que el Señor Jesús te tiene.
Cuida que este hijo tuyo
ingrese así
en el proceso de amorización
y vea algún día cumplida
la gran esperanza
de verse conformado
con el Salvador.
Amén.
+ En el nombre del Padre y, del Hijo, y del Espíritu Santo: Amén.