Oración del viernes: «Señor, si quieres, puedes purificarme»

Oración del viernes

«Señor, si quieres, puedes purificarme»   

Jesus_leper

+  En el nombre del Padre, y del Hijo, y del Espíritu Santo. Amén.

Oración inicial

Gracias Señor por darme la oportunidad de tener este momento de oración. Te pido que me ayudes a ser reverente ante tu Palabra, y que escuchándola con atención, la haga vida en mí.

Acto penitencial

– (Hago en silencio un breve examen de conciencia de mi último día).

Te pido perdón Señor porque sé que Tú me has amado hasta el extremo, pero aún así muchas veces desconfío de Ti. Descubro que mi fe es débil y por eso me desvío del camino. Pero tengo la certeza de que siempre me perdonas, porque tu misericordia es infinita. Ayúdame a ponerme de pie cada vez que tropiece.

Lectura Bíblica según el Evangelio del día: «Señor, si quieres, puedes purificarme» (Lc 5,12-16)

Mientras Jesús estaba en una ciudad, se presentó un hombre cubierto de lepra. Al ver a Jesús, se postró ante él y le rogó: «Señor, si quieres, puedes purificarme». Jesús extendió la mano y lo tocó, diciendo: «Lo quiero, queda purificado». Y al instante la lepra desapareció. El le ordenó que no se lo dijera a nadie, pero añadió: «Ve a presentarte al sacerdote y entrega por tu purificación la ofrenda que ordenó Moisés, para que les sirva de testimonio». Su fama se extendía cada vez más y acudían grandes multitudes para escucharlo y hacerse curar de sus enfermedades. Pero él se retiraba a lugares desiertos para orar.

 Lectura espiritual breve

El Beato Juan Pablo II nos dice lo siguiente:

La liberación y la salvación que el Reino de Dios trae consigo alcanzan a la persona humana en su dimensión tanto física como espiritual. Dos gestos caracterizan la misión de Jesús: curar y perdonar. Las numerosas curaciones demuestran su gran compasión ante la miseria humana, pero significan también que en el Reino ya no habrá enfermedades ni sufrimientos y que su misión, desde el principio, tiende a liberar de todo ello a las personas. En la perspectiva de Jesús, las curaciones son también signo de salvación espiritual, de liberación del pecado. Mientras cura, Jesús invita a la fe, a la conversión, al deseo de perdón (ver Lc 5,24). Recibida la fe, la curación anima a ir más lejos: introduce en la salvación (ver Lc 18,42-43). Los gestos liberadores de la posesión del demonio, mal supremo y símbolo del pecado y de la rebelión contra Dios, son signos de que «ha llegado a vosotros el Reino de Dios» (Mt 12,28). El Reino tiende a transformar las relaciones humanas y se realiza progresivamente, a medida que los hombres aprenden a amarse, a perdonarse y a servirse mutuamente. Jesús se refiere a toda la ley, centrándola en el mandamiento del amor (ver Mt 22,34-40; Lc 10,25-28). Antes de dejar a los suyos les da un «mandamiento nuevo»: «Que os améis los unos a los otros como yo os he amado» (Jn 15,12).

Breve meditación personal

– (Haz silencio en tu interior y pregúntate:)

1.- ¿Qué me dice el evangelio que he leído?

2.- ¿Cómo ilumina mi vida?

3.- ¿Qué tengo que cambiar para ser más como Jesús?

4.-¿Qué me falta para ser más como Él?

Acción de gracias y peticiones personales

Gracias Jesús por hacerte hombre para traerme la salvación. Gracias Señor por cada una de las cosas que haces por mí. Te pido que me ayudes, colaborando con tu gracia, a responder a tu infinito amor redentor.

Amén.

– (Si quieres, puedes pedirle al Señor por tus intenciones).

 – Reza un Padre Nuestro, un Ave María y un Gloria…

Consagración a María

–  Encomendémonos a nuestra Madre rezando:

Santa María,
Madre de la Esperanza,
junto a tu dulce Corazón
aprendo a esperar confiado.

Intercede
para que,
siguiendo tu ejemplo,
mi vida siempre
se encuentre afirmada
en la esperanza.
Amén.

+  En el nombre del Padre, y del Hijo, y del Espíritu Santo. Amén.

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