+ En el nombre del Padre, y del Hijo, y del Espíritu Santo. Amén.
Oración inicial
Buen Jesús, puesto en tu presencia te pido que me ayudes a disponer mi mente y mi corazón para acoger tu Palabra y hacerla vida en mí.
Acto penitencial
Hago en silencio un breve examen de conciencia de mi último día:
Te pido perdón Señor porque sabiendo que Tú me has amado hasta el extremo, yo muchas veces desconfío de Ti. Descubro que mi fe es débil y por eso me desvío del camino. Pero tengo la certeza de que siempre me perdonas, porque tu misericordia es infinita. Ayúdame a ponerme de pie cada vez que tropiece.
Lectura Bíblica según el Evangelio del día: «Este es el Cordero de Dios» (Jn1,35-42)
Al día siguiente, estaba Juan otra vez allí con dos de sus discípulos y, mirando a Jesús que pasaba, dijo: «Este es el Cordero de Dios». Los dos discípulos, al oírlo hablar así, siguieron a Jesús. El se dio vuelta y, viendo que lo seguían, les preguntó: «¿Qué quieren?». Ellos le respondieron: «Rabbí —que traducido significa Maestro— ¿dónde vives?». «Vengan y lo verán», les dijo. Fueron, vieron dónde vivía y se quedaron con él ese día. Era alrededor de las cuatro de la tarde. Uno de los dos que oyeron las palabras de Juan y siguieron a Jesús era Andrés, el hermano de Simón Pedro. Al primero que encontró fue a su propio hermano Simón, y le dijo: «Hemos encontrado al Mesías», que traducido significa Cristo. Entonces lo llevó a donde estaba Jesús. Jesús lo miró y le dijo: «Tú eres Simón, el hijo de Juan: tú te llamarás Cefas», que traducido significa Pedro.
Lectura espiritual breve
La amistad con el Maestro proporciona al alma paz profunda y serenidad incluso en los momentos oscuros y en las pruebas más arduas. Cuando la fe afronta noches oscuras, en las que no se “siente” y no se “ve” la presencia de Dios, la amistad de Jesús garantiza que, en realidad, nada puede separarnos de su amor (ver Rom 8,39). Buscar y encontrar a Cristo, manantial inagotable de verdad y de vida: la palabra de Dios nos invita a reanudar, al inicio de un nuevo año, este camino de fe que nunca concluye. «Maestro, ¿dónde vives?», preguntamos también nosotros a Jesús, y él nos responde: «Venid y lo veréis». Para el creyente es siempre una búsqueda incesante y un nuevo descubrimiento, porque Cristo es el mismo ayer, hoy y siempre, pero nosotros, el mundo, la historia, no somos nunca los mismos, y él viene a nuestro encuentro para donarnos su comunión y la plenitud de la vida. Pidamos a la Virgen María que nos ayude a seguir a Jesús, gustando cada día la alegría de penetrar cada vez más en su misterio (Benedicto XVI).
Breve meditación personal
Haz silencio en tu interior y pregúntate:
1.- ¿Qué me dice el evangelio que he leído?
2.- ¿Cómo ilumina mi vida?
3.- ¿Qué tengo que cambiar para ser más como Jesús?
4.-¿Qué me falta para ser más como Él?
Acción de gracias y peticiones personales
Gracias Jesús por ayudarme a entender que Tú eres el Cordero de Dios, y que has venido a quitar el pecado del mundo. Ayúdame, Buen Señor, a que yo te siga con la misma generosidad y alegría con que te siguieron los discípulos del Bautista, sin dejarme llevar por tonterías y con la disposición de estar siempre a tu lado, aún en las situaciones más adversas.
Amén.
Si quieres, puedes pedirle al Señor por tus intenciones.
Reza un Padre Nuestro, un Ave María y un Gloria…
Consagración a María
Encomendémonos a nuestra Madre rezando:
Acuérdate,
¡oh piadosísima, Virgen María!,
que jamás se ha oído decir
que ninguno de los que
han acudido a tu protección,
implorando tu auxilio
haya sido abandonado de Ti.
Animado con esta confianza,
a Ti también yo acudo,
y me atrevo a implorarte
a pesar del peso de mis pecados.
¡Oh Madre del Verbo!,
no desatiendas mis súplicas,
antes bien acógelas benignamente. Amén
+ En el nombre del Padre, y del Hijo, y del Espíritu Santo. Amén.