Mividaenxto

Oración del viernes: «El que los escucha a ustedes, me escucha a mí»

+ En el nombre del Padre, y del Hijo, y del Espíritu Santo. Amén.

 

Oración inicial

Señor, me pongo en tu presencia para meditar en este día en tu palabra. Te pido que me concedas tu gracia para llegar a comprenderla y acogerla en mi corazón, y así poder hacerla fructificar en mi vida.

 

Acto penitencial

– (Hago en silencio un breve examen de conciencia de mi último día).

Te pido perdón Señor por tantas veces que soy indiferente ante el sufrimiento de mis hermanos y hermanas. Ayúdame Buen Jesús a aprender de Ti a vivir la reverencia en las pequeñas cosas, a entregarme y velar por las necesidades de los demás viviendo el mandamiento del amor a plenitud.

 

Lectura Bíblica: Lc 10,13-16

«¡Ay de ti, Corozaín! ¡Ay de ti, Betsaida! Porque si en Tiro y en Sidón se hubieran hecho los milagros realizados entre ustedes, hace tiempo que se habrían convertido, poniéndose cilicio y sentándose sobre ceniza. Por eso Tiro y Sidón, en el día del Juicio, serán tratadas menos rigurosamente que ustedes. Y tú, Cafarnaúm, ¿acaso crees que serás elevada hasta el cielo? No, serás precipitada hasta el infierno. El que los escucha a ustedes, me escucha a mí; el que los rechaza a ustedes, me rechaza a mí; y el que me rechaza, rechaza a aquel que me envió».

 

Lectura espiritual breve

Nos dice el recordado Papa San Juan Pablo II:

De este modo las exigencias del Evangelio de Cristo penetran en el campo de la ley y de la moral. Aquel que es el «testigo fiel» (Ap 1,5) de la verdad divina, de la verdad del Padre, dice desde el comienzo del sermón de la montaña: «Por tanto, el que traspase uno de estos mandamientos más pequeños y así lo enseñe a los hombres, será el más pequeño en el reino de los cielos» (Mt 5,19). Al exhortar a la conversión, no duda en reprobar a las mismas ciudades donde la gente rechaza creerle: «¡Ay de ti, Corozain! ¡Ay de ti, Betsaida!» (Lc 10,13). Mientras amonesta a todos y cada uno: «si no os convertís, todos pereceréis» (Lc 13,3).

 

Breve meditación personal

Haz silencio en tu interior y pregúntate:

1.- ¿Qué me dice el Evangelio que he leído?

2.- ¿Cómo ilumina mi vida?

3.- ¿Qué tengo que cambiar para ser más como Jesús?

4.- ¿Qué me falta para ser más como Él?

 

Acción de gracias y peticiones personales

Muchas gracias Señor por este momento en que me recuerdas el inmenso don de la reconciliación. Ayúdame a permanecer con las puertas abiertas para escucharte cuando me hables en las circunstancias más sencillas y simples de cada día. Amén.

(Si quieres, puedes pedirle al Señor por tus intenciones).

Reza un Padre Nuestro, un Ave María y un Gloria…

 

Consagración a María

Pidámosle a María que nos acompañe siempre:

Dios te salve, Reina y Madre de misericordia,
vida, dulzura y esperanza nuestra.

Dios te salve.

A Ti clamamos los desterrados hijos de Eva,
a Ti suspiramos, gimiendo y llorando en este valle de lágrimas.

Ea, pues, Señora Abogada Nuestra,
vuelve a nosotros tus ojos misericordiosos,
y después de este destierro, muéstranos a Jesús,
fruto bendito de tu vientre.

Oh, clemente, oh piadosa, oh dulce Virgen María.

Ruega por nosotros, Santa Madre de Dios,
para que seamos dignos de alcanzar las promesas de Nuestro Señor Jesucristo.

Amén

+ En el nombre del Padre, y del Hijo, y del Espíritu Santo. Amén.

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