+ En el nombre del Padre, y del Hijo, y del Espíritu Santo. Amén.
Oración inicial
Me pongo en tu presencia Señor para escuchar tu palabra y ponerla por obra. Te pido que la meditación del llamado a personal a seguirte me ayude a valorar el don de la fe y a poner más medios para convertirme.
Acto penitencial
– (Hago en silencio un breve examen de conciencia de mi último día).
Perdóname Señor por tantas incoherencias. Perdóname por ser sordo al llamado que me haces a seguirte con radicalidad. ¡Ten misericordia Señor!
Lectura Bíblica: Jn 1,47-51
Al ver llegar a Natanael, Jesús dijo: «Este es un verdadero israelita, un hombre sin doblez». «¿De dónde me conoces?», le preguntó Natanael. Jesús le respondió: «Yo te vi antes que Felipe te llamara, cuando estabas debajo de la higuera». Natanael le respondió: «Maestro, Tú eres el hijo de Dios, Tú eres el Rey de Israel». Jesús continuó: «Porque te dije: “Te vi debajo de la higuera”, crees. Verás cosas más grandes todavía». Y agregó: «Les aseguro que verán el cielo abierto, y a los ángeles de Dios subir y bajar sobre el Hijo del hombre».
Lectura espiritual breve
Lee estas breves palabras del Papa Emérito Benedicto XVI:
Volviendo a la escena de vocación, el evangelista nos refiere que, cuando Jesús ve a Natanael acercarse, exclama: «Ahí tenéis a un israelita de verdad, en quien no hay engaño» (Jn 1,47). Se trata de un elogio que recuerda el texto de un salmo: «Dichoso el hombre… en cuyo espíritu no hay fraude» (Sal 32,2), pero que suscita la curiosidad de Natanael, que replica asombrado: «¿De qué me conoces?» (Jn 1,48). La respuesta de Jesús no es inmediatamente comprensible. Le dice: «Antes de que Felipe te llamara, cuando estabas debajo de la higuera, te vi» (Jn 1,48). No sabemos qué había sucedido bajo esa higuera. Es evidente que se trata de un momento decisivo en la vida de Natanael. Él se siente tocado en el corazón por estas palabras de Jesús, se siente comprendido y llega a la conclusión: este hombre sabe todo sobre mí, sabe y conoce el camino de la vida, de este hombre puedo fiarme realmente. Y así responde con una confesión de fe límpida y hermosa, diciendo: «Rabbí, Tú eres el Hijo de Dios, Tú eres el Rey de Israel» (Jn 1,49).
Breve meditación personal
Haz silencio en tu interior y pregúntate:
1.- ¿Qué me dice el Evangelio que he leído?
2.- ¿Cómo ilumina mi vida?
3.- ¿Qué tengo que cambiar para ser más como Jesús?
4.- ¿Qué me falta para ser más como Él?
Acción de gracias y peticiones personales
Gracias Señor por este momento fuerte de oración en el que renuevo mi amor y mi vocación como cristiano. Gracias Señor por llamarme por mi propio nombre. Gracias Señor por cuidar de mí. Señor, «Tú lo sabes todo. Tú sabes que te quiero». Amén.
(Si quieres, puedes pedirle al Señor por tus intenciones).
Reza un Padre Nuestro, un Ave María y un Gloria…
Consagración a María
Pidámosle a María que nos acompañe siempre:
Dios te salve, Reina y Madre de misericordia,
vida, dulzura y esperanza nuestra.
Dios te salve.
A Ti clamamos los desterrados hijos de Eva,
a Ti suspiramos, gimiendo y llorando en este valle de lágrimas.
Ea, pues, Señora Abogada Nuestra,
vuelve a nosotros tus ojos misericordiosos,
y después de este destierro, muéstranos a Jesús,
fruto bendito de tu vientre.
Oh, clemente, oh piadosa, oh dulce Virgen María.
Ruega por nosotros, Santa Madre de Dios,
para que seamos dignos de alcanzar las promesas de Nuestro Señor Jesucristo.
Amén
+ En el nombre del Padre, y del Hijo, y del Espíritu Santo. Amén.