Oración del sábado
“Vayan y proclamen que el Reino de los Cielos está cerca”
+ En el nombre del Padre, y del Hijo, y del Espíritu Santo. Amén.
Oración inicial
Buen Jesús, puesto en tu presencia te pido que me ayudes a disponer mi corazón para acoger tu Palabra y hacerla vida en mí.
Acto penitencial
– (Hago en silencio un breve examen de conciencia de mi último día).
Buen Señor, Tú has venido al mundo para salvarnos del pecado mostrándonos el camino a la felicidad que nunca se acaba. Pero yo muchas veces me alejo de Ti. Te pido, con un corazón arrepentido, que perdones todas mis faltas y pecados y me ayudes a ser un hijo fiel del Padre.
Lectura Bíblica según el Evangelio del día: «Vayan y proclamen que el Reino de los Cielos está cerca» (Mt 9,35. 10,1.6-8)
En aquel tiempo, Jesús recorría todas las ciudades y aldeas, enseñando en sus sinagogas, proclamando la Buena Nueva del Reino y sanando toda enfermedad y toda dolencia. Y llamando a sus doce discípulos, les dio poder sobre los espíritus inmundos para expulsarlos, y para curar toda enfermedad y toda dolencia. Les dijo: «Vayan más bien a las ovejas perdidas de la casa de Israel. Vayan y proclamen que el Reino de los Cielos está cerca. Curen a los enfermos, resuciten a los muertos, purifiquen a los leprosos, echen fuera a los demonios. Gratuitamente han recibido este poder; ejérzanlo, pues, gratuitamente».
Lectura espiritual breve
Medita con estas palabras del Papa Francisco:
Todo el mundo debería poder experimentar la alegría de ser amado por Dios, el gozo de la salvación. Y es un don que no se puede conservar para uno mismo, sino que debe ser compartido. Si queremos guardarlo sólo para nosotros mismos, nos convertiremos en cristianos aislados, estériles y enfermos. El anuncio del Evangelio es parte del ser discípulos de Cristo y es un compromiso constante que anima toda la vida de la Iglesia (…) Toda comunidad es “adulta”, cuando profesa la fe, la celebra con alegría en la liturgia, vive la caridad y proclama la Palabra de Dios sin descanso, saliendo del propio ambiente para llevarla también a las “periferia”, especialmente a aquellas que aún no han tenido la oportunidad de conocer a Cristo. La fuerza de nuestra fe, a nivel personal y comunitario, también se mide por la capacidad de comunicarla a los demás, de difundirla, de vivirla en la caridad, de dar testimonio a las personas que encontramos y que comparten con nosotros el camino de la vida.
Breve meditación personal
– (Haz silencio en tu interior y pregúntate:)
1.- ¿Qué me dice el evangelio que he leído?
2.- ¿Cómo ilumina mi vida?
3.- ¿Qué tengo que cambiar para ser más como Jesús?
4.-¿Qué me falta para ser más como Él?
Acción de gracias y peticiones personales
Gracias, Buen Señor, por ayudarme a profundizar en tus palabras. Te pido que me ayudes a ser valiente y generoso como fueron los apóstoles al proclamar tu palabra al mundo entero, para que cooperando con tu gracia, pueda yo también anunciar tu Buena Nueva al mundo de hoy.
Amén.
– (Si quieres, puedes pedirle al Señor por tus intenciones).
– Reza un Padre Nuestro, un Ave María y un Gloria…
Consagración a María
– Encomendémonos a nuestra Madre rezando:
Santa María,
Madre de la Esperanza,
junto a tu dulce Corazón
aprendo a esperar confiado.
Intercede
para que,
siguiendo tu ejemplo,
mi vida siempre
se encuentre afirmada
en la esperanza.
Amén.
+ En el nombre del Padre, y del Hijo, y del Espíritu Santo. Amén.