Oración del sábado
“Ustedes tienen poca fe”
+ En el nombre del Padre y, del Hijo, y del Espíritu Santo: Amén.
Oración Inicial
Señor Jesús, Tú me has llamado a la felicidad y al hacerte hombre pasaste por el mundo llevando esperanza y alegría, curando, sanando, perdonando. Al ver el amor tan grande que tienes por todos nosotros, quiero decirte que quiero vivir cada día más cerca de Tï. Te pido que esta oración me ayude a tener un corazón cada vez más como el tuyo y que estando en tu presencia, pueda acoger todas las gracias que quieres derramar sobre mi con generosidad.
Acto penitencial
– (Hago en silencio un breve examen de conciencia de mi último día).
Señor, junto con mis anhelos de grandeza, también percibo en mi corazón mis egoísmos y pecados. Sé que muchas veces no hago el bien que quiero, y hago el mal que no quiero. Estoy arrepentido por las veces en que te he negado mi amor, pero me llena de esperanza saber que eres un Dios de perdones, y me ofreces tu misericordia en todo momento.
Lectura Bíblica según el Evangelio del día: “Ustedes tienen poca fe” (San Mateo 17,14-20)
Cuando se reunieron con la multitud, se le acercó un hombre y, cayendo de rodillas, le dijo: “Señor, ten piedad de mi hijo, que es epiléptico y está muy mal: frecuentemente cae en el fuego y también en el agua. Yo lo llevé a tus discípulos, pero no lo pudieron curar”. Jesús respondió: “¡Generación incrédula y perversa! ¿Hasta cuándo estaré con ustedes? ¿Hasta cuándo tendré que soportarlos? Tráiganmelo aquí”. Jesús increpó al demonio, y este salió del niño, que desde aquel momento quedó curado. Los discípulos se acercaron entonces a Jesús y le preguntaron en privado: “¿Por qué nosotros no pudimos expulsarlo?”. “Porque ustedes tienen poca fe, les dijo. Les aseguro que si tuvieran fe del tamaño de un grano de mostaza, dirían a esta montaña: ‘Trasládate de aquí a allá’, y la montaña se trasladaría; y nada sería imposible para ustedes”.
Lectura Espiritual breve
– (Lee este breve texto del Santo Padre que te ayudará a profundizar el sentido del Evangelio).
Quién no ve aquí descrito también precisamente nuestro mundo, en el que el cristiano está amenazado por una atmósfera anónima, por “lo que está en el aire”, que quiere hacerle ver su fe como ridícula e insensata? ¿Quién no ve que existen contaminaciones del clima espiritual a escala universal que amenazan a la humanidad en su dignidad, incluso en su existencia? Los hombres, y también las comunidades humanas, parecen estar irremediablemente abandonadas a la acción de estos poderes. El cristiano sabe que tampoco puede hacer frente por sí solo a esa amenaza. Pero en la fe, en la comunión con el único verdadero Señor del mundo, se le han dado las “armas de Dios”, con las que -en comunión con todo el cuerpo de Cristo- puede enfrentarse a esos poderes, sabiendo que el Señor nos vuelve a dar en la fe el aire limpio para respirar, el aliento del Creador, el aliento del Espíritu Santo, solamente en el cual el mundo puede ser sanado. (Joseph Ratzinger, Benedicto XVI, Jesús de Nazaret, primera parte)
Breve meditación personal
– (Haz silencio en tu interior y pregúntate:)
1.- ¿Qué me dice el evangelio que he leído?
2.- ¿Cómo ilumina mi vida?
3.- ¿Qué tengo que cambiar para ser más como Jesús?
4.-¿Qué me falta para ser más como Él?
Acción de gracias y peticiones personales
Gracias Jesús por concederme este momento de encuentro y diálogo contigo. Gracias porque te hiciste hombre, para que podamos alcanzar la salvación, la plenitud de nuestra vida humana. No dejes, Buen Señor, que el temor me haga flaquear y que se debilite mi fe. Que siempre encuentre en Ti la fortaleza para afirmar tu verdad y pueda iluminar al mundo entero con tu Palabra de vida.
Amén.
– (Si quieres, puedes pedirle al Señor por tus intenciones.)
– Reza un Padre Nuestro, un Ave María y un Gloria...
Consagración a María
– Termina esta oración rezándole a María.
Hay tanto que hacer y cada quien tiene su propia tarea en la gesta de nuestro tiempo. Madre Santísima, intercede para que yo reciba la fuerza y el aliciente para cooperar con la gran tarea de cambiar este mundo nuestro poniendo mi grano de arena, que bien podría hacer la diferencia. Amén.
+ En el nombre del Padre y, del Hijo, y del Espíritu Santo: Amén.