+ En el nombre del Padre, y del Hijo, y del Espíritu Santo. Amén.
Oración inicial
Jesús, en Ti confío. Me pongo en tus manos en este momento de oración. Quiero dejarme forjar al calor de tu Sagrado Corazón. Enséñame, Señor, a creer en Ti en todo momento. Hasta en la duda y en las tribulaciones: creer en Ti. Y enséñame, Señor, a anunciarte sin miedo como tu Madre, María, con el corazón ardiente de amor a Ti.
Acto penitencial
– (Hago en silencio un breve examen de conciencia de mi último día).
Señor, mírame. Soy frágil. Quiero de verdad seguirte, pero mi fe no es suficientemente firme… y dudo. Porque he llegado a dudar de tu infinita misericordia y amor, concédeme, Buen Jesús, creer. Con corazón sincero, te digo: «Creo, Señor, pero acrecienta mi fe».
Lectura Bíblica: Jn 6,16-21
Al atardecer, sus discípulos bajaron a la orilla del mar y se embarcaron, para dirigirse a Cafarnaúm, que está en la otra orilla. Ya era de noche y Jesús aún no se había reunido con ellos. El mar estaba agitado, porque soplaba un fuerte viento. Cuando habían remado unos cinco kilómetros, vieron a Jesús acercarse a la barca caminando sobre el agua, y tuvieron miedo. Él les dijo: «Soy yo, no teman». Ellos quisieron subirlo a la barca, pero esta tocó tierra en seguida en el lugar adonde iban.
Lectura espiritual breve
Reflexionemos con estas palabras de Padre Sebastián Correa:
La experiencia del temor ante lo desconocido o lo que no podemos controlar es una experiencia común. Muchas veces en la vida cristiana nos quedamos “pasmados” y dejamos de avanzar por esos temores, y luego viene la tristeza y la frustración. Pero ese temor debe disiparse al saber que estamos con el Señor: Soy Yo, no teman. Eso nos repite el Señor hoy a cada uno de nosotros: No temas, soy Yo, y estaré contigo hasta el fin del mundo. Por eso el cristiano no debe temer a las adversidades de la vida ya que con el Señor sabemos que todo es posible. En nuestros días muchas veces sentimos que la barca de la Iglesia es golpeada demasiado fuerte por el agitado mar y los vientos de la tormenta. Nosotros mismos somos cuestionados como Iglesia y a veces no sabemos como dar razón de nuestra fe ante un mundo que parece oponerse a ella. Pero Cristo sigue repitiendo una y otra vez: “No teman”. Este es un tiempo para confiar en Aquel que ya venció a la muerte y que nos obtuvo la victoria dando su vida en Cruz y resucitando al tercer día
Breve meditación personal
Haz silencio en tu interior y pregúntate:
1.- ¿Qué experiencias de temor tengo en mi vida cristiana?
2.- ¿Soy consciente de que Cristo está conmigo?
3.- ¿Qué puedo hacer para alimentar mi confianza en Dios?
Acción de gracias y peticiones personales
Gracias, Señor, porque no permites que nada me separe de tu amor. Sé que me amas, tengo fe en Ti y nada temo. Tú eres mi Buen Pastor: en Ti confío. No permitas que me aparte de Ti. Ayúdame cada día ser un mejor cristiano. Amén.
(Si quieres, puedes pedirle al Señor por tus intenciones).
Reza un Padre Nuestro, un Ave María y un Gloria…
Consagración a María
Pidámosle a María que nos acompañe siempre:
Bajo tu amparo nos acogemos, Santa Madre de Dios; no deseches las oraciones que te dirigimos en nuestras necesidades, antes bien líbranos de todo peligro, ¡oh Virgen gloriosa y bendita! Amén.
+ En el nombre del Padre, y del Hijo, y del Espíritu Santo. Amén.