Oración del sábado
Fiesta de San Mateo Apóstol y Evangelista
“Porque yo no he venido a llamar a los justos, sino a los pecadores”
+ En el nombre del Padre, y del Hijo, y del Espíritu Santo. Amén.
Oración inicial
Buen Jesús, qué alegría poder tener este momento para hacerte parte de mi día. Ayúdame a que siempre pueda recordar lo importante que es darte estos espacios de encuentro y amistad y de escuchar tu Palabra.
Acto penitencial
– (Hago en silencio un breve examen de conciencia de mi último día).
Señor, tú sabes que muchas veces me caigo. Perdóname por mis pecados, por mis faltas y fragilidades. Tú conoces mi corazón, y sabes que te quiero. Por eso me confío en tu misericordia, y te doy gracias porque en la Cruz me has dado la reconciliación.
Lectura Bíblica según el Evangelio del día: “Porque yo no he venido a llamar a los justos, sino a los pecadores” (San Mateo 9,9-13).
Al irse de allí, Jesús vio a un hombre llamado Mateo, que estaba sentado a la mesa de recaudación de impuestos, y le dijo: “Sígueme”. El se levantó y lo siguió. Mientras Jesús estaba comiendo en la casa, acudieron muchos publicanos y pecadores, y se sentaron a comer con él y sus discípulos. Al ver esto, los fariseos dijeron a los discípulos: “¿Por qué su Maestro come con publicanos y pecadores?”. Jesús, que había oído, respondió: “No son los sanos los que tienen necesidad del médico, sino los enfermos. Vayan y aprendan qué significa: Yo quiero misericordia y no sacrificios. Porque yo no he venido a llamar a los justos, sino a los pecadores”.
Lectura espiritual breve
Lee estas palabras del Papa Francisco que te ayudarán a interiorizar el Evangelio:
¿Alguno de nosotros no es pecador? Si hubiera alguno, ¡que levante la mano! Todos somos pecadores, ¡todos! ¡Todos somos pecadores! Pero la gracia de Jesucristo nos salva del pecado: ¡nos salva! Todos, si acogemos la gracia de Jesucristo, Él cambia nuestro corazón y de pecadores nos hace santos. Para llegar a ser santos no es necesario volver los ojos y mirar allá, o tener un poco cara de estampita. No, no, ¡no es necesario esto! Una sola cosa es necesaria para hacerse santos: acoger la gracia que el Padre nos da en Jesucristo. Esto es. Esta gracia cambia nuestro corazón. Nosotros seguimos siendo pecadores, porque todos somos débiles, pero también con esta gracia que nos hace sentir que el Señor es bueno, que el Señor es misericordioso, que el Señor nos espera, que el Señor nos perdona, esta gracia grande, que cambia nuestro corazón.
Y, decía el profeta Ezequiel, que de un corazón de piedra lo cambia en un corazón de carne. ¿Qué quiere decir esto? Un corazón que ama, un corazón que sufre, un corazón que se alegra con los demás, un corazón lleno de ternura hacia quien, llevando impresas las heridas de la vida, se siente en la periferia de la sociedad. El amor es la mayor fuerza de transformación de la realidad, porque derriba los muros del egoísmo y colma las fosas que nos tienen alejados a unos de otros. Y esto es el amor que viene de un corazón cambiado, de un corazón de piedra que es transformado en un corazón de carne, un corazón humano. Y esto lo hace la gracia, la gracia de Jesucristo que todos nosotros hemos recibido.
Breve meditación personal
– (Haz silencio en tu interior y pregúntate:)
1.- ¿Qué me dice el evangelio que he leído?
2.- ¿Cómo ilumina mi vida?
3.- ¿Qué tengo que cambiar para ser más como Jesús?
4.-¿Qué me falta para ser más como Él?
Acción de gracias y peticiones personales
– Gracias Jesús por esta oración. Cuan importante es para mí, Señor, saber que Tú me conoces hasta lo más profundo de mi corazón y sabes que soy un pobre pecador. Gracias Señor por tu inmensa misericordia y por salir a mi encuentro llamándome a seguirte y a estar Contigo. No me dejes nunca Buen Señor y concédeme la gracia para perseverar en tus caminos.
Amén.
– (Si quieres, puedes pedirle al Señor por tus intenciones).
– Reza un Padre Nuestro, un Ave María y un Gloria…
Consagración a María
– Pidámosle a María que nos ayude a vivir el perdón en nuestra vida rezando esta oración:
María, Madre mía, alcánzame
desde tu inmaculado y purísimo Corazón
la gracia de vivir
la pureza y la humildad
que el Señor Jesús desea para mí.
Que así sea. Amén.
+ En el nombre del Padre, y del Hijo, y del Espíritu Santo. Amén.