Oración del sábado
“El hijo del hombre es dueño del sábado”
+ En el nombre del Padre, y del Hijo, y del Espíritu Santo. Amén.
Oración inicial
Señor Jesús, te agradezco por este momento para encontrarme con tu palabra. Te pido, Buen Señor, que me ayudes a ser reverente ante ella, escuchándola con atención, contrastándola en mi propia vida con valentía y haciéndola vida en mí con radicalidad.
Acto penitencial
– (Hago en silencio un breve examen de conciencia de mi último día).
Te pido perdón, Señor, por haberte dado la espalda, por haberme olvidado de ti y de tus palabras, por todas las veces que callé tu voz y opté por hacer lo que yo quería.
Sabes que te quiero y me duele haberte fallado. Gracias por tu perdón y por tu inmensa misericordia.
Lectura Bíblica según el Evangelio del día: “El hijo del hombre es dueño del sábado” (San Lucas 6,1-5)
Un sábado, en que Jesús atravesaba unos sembrados, sus discípulos arrancaban espigas y, frotándolas entre las manos, las comían. Algunos fariseos les dijeron: “¿Por qué ustedes hacen lo que no está permitido en sábado?”. Jesús les respondió: “¿Ni siquiera han leído lo que hizo David cuando él y sus compañeros tuvieron hambre, cómo entró en la Casa de Dios y, tomando los panes de la ofrenda, que sólo pueden comer los sacerdotes, comió él y dio de comer a sus compañeros?”. Después les dijo: “El hijo del hombre es dueño del sábado”.
Lectura espiritual breve
Lee esta breve reflexión del Papa San Juan Pablo II:
Finalmente hay que recordar la respuesta que dio Jesús a los fariseos que reprobaban a sus discípulos el que arrancasen las espigas de los campos llenos de grano para comérselas en día de sábado, violando así la Ley mosaica. Primero Jesús les cita el ejemplo de David y de sus compañeros, que no dudaron en comer los «panes de la proposición» para quitarse el hambre, y el de los sacerdotes que el día de sábado no observan la ley del descanso porque desempeñan las funciones en el templo. Después concluye con dos afirmaciones perentorias, inauditas para los fariseos: «Pues yo os digo, que lo que hay aquí es más grande que el templo…»; y «El Hijo del Hombre es señor del sábado» (Mt 12,6.8; ver Mc 2,27-28). Son declaraciones que revelan con toda claridad la conciencia que Jesús tenía de su autoridad divina. El que se definiera «como superior al templo» era una alusión bastante clara a su trascendencia divina. Y proclamarse «señor del sábado», o sea, de una Ley dada por Dios mismo a Israel, era la proclamación abierta de la propia autoridad como cabeza del reino mesiánico y promulgador de la nueva Ley. No se trataba, pues, de simples derogaciones de la Ley mosaica, admitidas también por los rabinos en casos muy restringidos, sino de una reintegración, de un complemento y de una renovación que Jesús enuncia como inacabables: «El cielo y la tierra pasarán, pero mis palabras no pasarán» (Mt 24,35). Lo que viene de Dios es eterno, como eterno es Dios.
Breve meditación personal
– (Haz silencio en tu interior y pregúntate:)
1.- ¿Qué me dice el evangelio que he leído?
2.- ¿Cómo ilumina mi vida?
3.- ¿Qué tengo que cambiar para ser más como Jesús?
4.-¿Qué me falta para ser más como Él?
Acción de gracias y peticiones personales
Te agradezco Señor por mostrarme la importancia de ser auténtico y coherente. No permitas que viva la hipocresía de los fariseos que sólo aparentaban amar a Dios exteriormente, pero no lo amaban con todo el corazón. Te pido Señor, que tanto mi interior como todos mis actos reflejen siempre mi amor por Ti.
Amén.
– (Si quieres, puedes pedirle al Señor por tus intenciones).
– Reza un Padre Nuestro, un Ave María y un Gloria…
Consagración a María
– Pidámosle a María que nos ayude a vivir el perdón en nuestra vida rezando esta oración:
María, Madre mía, alcánzame
desde tu inmaculado y purísimo Corazón
la gracia de vivir
la pureza y la humildad
que el Señor Jesús desea para mí.
Que así sea. Amén.
+ En el nombre del Padre, y del Hijo, y del Espíritu Santo. Amén.