Oración del sábado: Conmemoración de los fieles difuntos

Oración del sábado

Conmemoración de los fieles difuntos

“Les aseguro que cada vez que no lo hicieron con el más pequeño de mis hermanos, tampoco lo hicieron conmigo”

+  En el nombre del Padre, y del Hijo, y del Espíritu Santo. Amén.

Oración inicial

Buen Jesús, puesto en tu presencia quiero expresarte el gran deseo que tengo de vivir cada vez más a tu lado. Yo sé que Tú eres el Señor de la vida y que con tu resurrección venciste el pecado y la muerte. Por eso te pido que en este día en que recordamos a los fieles difuntos, pueda crecer en la conciencia del llamado que Tú me has hecho de alcanzar algún día la gloria de tu resurrección.

Acto penitencial

– (Hago en silencio un breve examen de conciencia de mi último día).

Señor, reconozco también que soy pecador. Sé que muchas veces te doy la espalda y opto por otros caminos, que me apartan de Ti. Pero sé también que tu misericordia es infinita, que me quieres perdonar todas las veces que me acerque arrepentido. Ayúdame a convertirme Buen Jesús, a dejar de lado mis opciones egoístas y abrirme al auténtico amor que eres Tú.

Lectura Bíblica según el Evangelio del día: “Les aseguro que cada vez que no lo hicieron con el más pequeño de mis hermanos, tampoco lo hicieron conmigo” (San Mateo 25,31-46)

Cuando el Hijo del hombre venga en su gloria rodeado de todos los ángeles, se sentará en su trono glorioso. Todas las naciones serán reunidas en su presencia, y él separará a unos de otros, como el pastor separa las ovejas de los cabritos, y pondrá a aquellas a su derecha y a estos a su izquierda. Entonces el Rey dirá a los que tenga a su derecha: ‘Vengan, benditos de mi Padre, y reciban en herencia el Reino que les fue preparado desde el comienzo del mundo, porque tuve hambre, y ustedes me dieron de comer; tuve sed, y me dieron de beber; estaba de paso, y me alojaron; desnudo, y me vistieron; enfermo, y me visitaron; preso, y me vinieron a ver’. Los justos le responderán: ‘Señor, ¿cuándo te vimos hambriento, y te dimos de comer; sediento, y te dimos de beber? ¿Cuándo te vimos de paso, y te alojamos; desnudo, y te vestimos? ¿Cuándo te vimos enfermo o preso, y fuimos a verte?’. Y el Rey les responderá: ‘Les aseguro que cada vez que lo hicieron con el más pequeño de mis hermanos, lo hicieron conmigo’. Luego dirá a los de su izquierda: ‘Aléjense de mí, malditos; vayan al fuego eterno que fue preparado para el demonio y sus ángeles, porque tuve hambre, y ustedes no me dieron de comer; tuve sed, y no me dieron de beber; estaba de paso, y no me alojaron; desnudo, y no me vistieron; enfermo y preso, y no me visitaron’. Estos, a su vez, le preguntarán: ‘Señor, ¿cuándo te vimos hambriento o sediento, de paso o desnudo, enfermo o preso, y no te hemos socorrido?’. Y él les responderá: ‘Les aseguro que cada vez que no lo hicieron con el más pequeño de mis hermanos, tampoco lo hicieron conmigo’. Estos irán al castigo eterno, y los justos a la Vida eterna”.

 Lectura espiritual breve

Meditemos lo que nos enseña San Ambrosio:

Lloran aquellos que no pueden tener la esperanza de la resurrección, no por que Dios lo quiera, sino que lloran a causa de la dureza de su corazón que no les permite creer. Hay una diferencia entre los servidores de Cristo y los paganos. Es ésta: éstos lloran porque piensan que los suyos están muertos para siempre, no tienen consuelo en sus lágrimas, no tienen descanso en su tristeza… Mientras que para nosotros la muerte no es el final de nuestro ser, sino el final de nuestra vida. Ya que nuestro ser se transforma a una condición mejor, entonces, la llegada de la muerte elimina todos nuestros llantos…

Tanto mayor será nuestro consuelo, cuanto la conciencia de nuestras buenas obras nos promete, después de la muerte, una recompensa mayor. Los paganos ya tienen su consuelo, pensando que la muerte será un descanso para todos nuestros males. Y como se ven privados de gozar de la vida, piensan que quedarán liberados de toda posibilidad de sentir el dolor de las interminables y duras penas de esta vida. Pero nosotros, que tenemos que tener el espíritu más elevado, a causa de la esperanza de una recompensa, debemos soportar mejor nuestro dolor, gracias al consuelo que nos espera. Parece que los que han muerto no están lejos de nosotros sino que nos preceden, la muerte no nos los quita, sino que los recibe la eternidad.

Breve meditación personal

– (Haz silencio en tu interior y pregúntate:)

1.- ¿Qué me dice el evangelio que he leído?

2.- ¿Cómo ilumina mi vida?

3.- ¿Qué tengo que cambiar para ser más como Jesús?

4.-¿Qué me falta para ser más como Él?

Acción de gracias y peticiones personales

Gracias Señor por esta oración. Yo sé que tú me conoces y me amas más allá de la muerte. Te doy gracias por llamarme a vivir siempre en tu amistad y en la felicidad sin fin con que viven los santos. También te agradezco por el amor infinito que me tienes a mí y a todos los difuntos. Te pido, Buen Amigo, que me ayudes a vivir esta vida siempre con visión de eternidad, para que cada uno de mis actos sea una proyección de ese profundo anhelo de mi corazón de poder de gozar contigo en la vida eterna.

Amén.

– (Si quieres, puedes pedirle al Señor por tus intenciones).

 – Reza un Padre Nuestro, un Ave María y un Gloria…

Consagración a María

–  

Pidámosle a María que nos acompañe siempre:

Santa María,
Madre del Señor Jesús y nuestra,
obténnos la presencia vivificante
del Espíritu,
y la gracia de andar siempre
por los caminos de Dios.

+  En el nombre del Padre, y del Hijo, y del Espíritu Santo. Amén.

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