Oración del sábado
“Derramaré mi Espíritu sobre él y anunciará la justicia a las naciones”
+ En el nombre del Padre y, del Hijo, y del Espíritu Santo: Amén.
Oración Inicial
Señor Jesús, Tú me has llamado a la felicidad y al hacerte hombre pasaste por el mundo llevando esperanza y alegría, curando, sanando, perdonando. Al ver el amor tan grande que tienes por todos nosotros, quiero decirte que quiero vivir cada día más cerca de Tï. Te pido que esta oración me ayude a tener un corazón cada vez más como el tuyo y que estando en tu presencia, pueda acoger todas las gracias que quieres derramar sobre mi con generosidad.
Acto penitencial
– (Hago en silencio un breve examen de conciencia de mi último día).
Señor, junto con mis anhelos de grandeza, también percibo en mi corazón mis egoísmos y pecados. Sé que muchas veces no hago el bien que quiero, pero hago el mal que no quiero. Estoy arrepentido por las veces en que te he negado mi amor, pero me llena de esperanza saber que eres un Dios de perdones, y me ofreces tu misericordia en todo momento.
Lectura Bíblica según el Evangelio del día: “Derramaré mi Espíritu sobre él y anunciará la justicia a las naciones” (San Mateo 12,14-21)
En seguida los fariseos salieron y se confabularon para buscar la forma de acabar con él. Al enterarse de esto, Jesús se alejó de allí. Muchos lo siguieron, y los curó a todos. Pero él les ordenó severamente que no lo dieran a conocer, para que se cumpliera lo anunciado por el profeta Isaías: Este es mi servidor, a quien elegí, mi muy querido, en quien tengo puesta mi predilección. Derramaré mi Espíritu sobre él y anunciará la justicia a las naciones. No discutirá ni gritará, y nadie oirá su voz en las plazas. No quebrará la caña doblada y no apagará la mecha humeante, hasta que haga triunfar la justicia; y las naciones pondrán la esperanza en su Nombre.
Lectura Espiritual breve
– (Lee este breve texto del Papa Benedicto XVI que te ayudará a profundizar el sentido del Evangelio).
La gracia de la misión necesita a nuevos evangelizadores capaces de acogerla, para que el anuncio salvífico de la Palabra de Dios no disminuya nunca, en las condiciones cambiantes de la historia. Existe una continuidad dinámica entre el anuncio de los primeros discípulos y el nuestro. En el transcurso de los siglos la Iglesia no ha dejado nunca de proclamar el misterio salvífico de la muerte y resurrección de Jesucristo, pero este mismo anuncio necesita hoy, un renovado vigor para convencer al hombre contemporáneo, a menudo distraído e insensible. La nueva evangelización, por esto, deberá hacerse cargo de encontrar los caminos para hacer más eficaz el anuncio de la salvación, sin el cual, la existencia personal permanece en su contradicción y privada de lo esencial. También en quien permanece el lazo con las raíces cristiana, pero vive la difícil relación con la modernidad, es importante hacer comprender que el ser cristiano no es una especie de traje para ponerse en privado o en ocasiones particulares, sino algo vivo y totalitario, capaz de asumir todo lo hay de bueno en la modernidad.
Breve meditación personal
– (Haz silencio en tu interior y pregúntate:)
1.- ¿Qué me dice el evangelio que he leído?
2.- ¿Cómo ilumina mi vida?
3.- ¿Qué tengo que cambiar para ser más como Jesús?
4.-¿Qué me falta para ser más como Él?
Acción de gracias y peticiones personales
Gracias Jesús por concederme este momento de encuentro y diálogo contigo. Gracias porque te hiciste hombre, para que podamos alcanzar la salvación, la plenitud de nuestra vida humana. Ayúdame ahora a ser cada vez más valiente, y con la alegría propia de quien te lleva en su corazón, dame las fuerzas para salir a anunciarte a los demás sin temor.
Amén.
– (Si quieres, puedes hacer pedirle al Señor por tus intenciones.)
– Reza un Padre Nuestro, un Ave María y un Gloria...
Consagración a María
– Termina esta oración rezándole a María.
Hay tanto que hacer y cada quien tiene su propia tarea en la gesta de nuestro tiempo. Madre Santísima, intercede para que yo reciba la fuerza y el aliciente para cooperar con la gran tarea de cambiar este mundo nuestro poniendo mi grano de arena, que bien podría hacer la diferencia. Amén.
+ En el nombre del Padre y, del Hijo, y del Espíritu Santo: Amén.