+ En el nombre del Padre, y del Hijo, y del Espíritu Santo. Amén.
Oración inicial
Señor Jesús, Tú que al subir al Cielo nos enviaste el Espíritu Santo para estar con nosotros en todo momento, obtenme la Luz del Santo Espíritu para que me ilumine en mi oración y así pueda yo crecer más en la fe y en el conocimiento de tus verdades. Ayúdame Señor a que en esta oración me adhiera de todo corazón a Ti y así pueda entregarte toda mi vida.
Acto penitencial
Hago en silencio un breve examen de conciencia de mi último día.
Ten piedad, Señor, porque he caído muchas veces, negándote con mis palabras, pensamientos y acciones. Sé que tu misericordia es eterna y es infinitamente más grande que todos mis pecados. Por eso no temo acercarme una vez más a Ti para pedirte el perdón y comprometerme a luchar contra el pecado y, ayudado con tu gracia, nunca desfallecer en el combate.
Lectura Bíblica: «Yo soy la luz, y he venido al mundo para que todo el que crea en Mí no permanezca en las tinieblas» Jn 12,44-50
Jesús exclamó: «El que cree en mí, en realidad no cree en mí, sino en aquel que me envió. Y el que me ve, ve al que me envió. Yo soy la luz, y he venido al mundo para que todo el que crea en mí no permanezca en las tinieblas. Al que escucha mis palabras y no las cumple, yo no lo juzgo, porque no vine a juzgar al mundo, sino a salvarlo. El que me rechaza y no recibe mis palabras, ya tiene quien lo juzgue: la palabra que yo he anunciado es la que lo juzgará en el último día. Porque yo no hablé por mí mismo: el Padre que me ha enviado me ordenó lo que debía decir y anunciar; y yo sé que su mandato es Vida eterna. Las palabras que digo, las digo como el Padre me lo ordenó».
Lectura espiritual breve
Lee con atención la siguiente reflexión que te ayudará a profundizar el evangelio:
Hoy nos dice el Señor: “El que cree en mí, no cree en mí, sino en aquel que me ha enviado”. El mismo Jesús también ha sido enviado, es el enviado por el Padre. Y es que esa es la condición del cristiano: somos enviados. Nuestra vida es una misión constante. Porque Dios no nos ha llamado a la vida para que quedemos mirándonos a nosotros mismos, contemplando el propio ombligo. La vida cristiana tiene sentido cuando somos generosos, cuando salimos de nosotros mismos, cuando la vivimos en clave de misión, de salir al encuentro y al servicio de los demás. Esa es la dinámica de la fe que hemos recibido, compartirla con los demás.
Porque la fe que no se comparte y uno se la guarda sólo para sí mismo, la termina perdiendo. Pero la fe que se comparte, que se anuncia, no se pierde, sino que más bien crece. Por eso el Señor nos invita hoy a ser luz. Y somos luz no por nuestras obras maravillosas, o por nuestras ideas geniales. Sino porque somos enviados por Dios, porque no nos anunciamos a nosotros mismos, sino al Señor. Porque no brillamos con luz propia, sino con la luz de Cristo que nos ha enviado. Ahí somos verdaderamente luz, cuando somos capaces de reflejar al Señor Jesús. (Padre Juan José Paniagua)
Breve meditación personal
Haz silencio en tu interior y pregúntate:
1.- ¿Qué me dice el evangelio que he leído?
2.- ¿Cómo ilumina mi vida?
3.- ¿Qué tengo que cambiar para ser más como Jesús?
4.- ¿Qué me falta para ser más como Él?
Acción de gracias y peticiones personales
Gracias Jesús por ayudarme a conocerte a Ti y al Padre cada día más. Gracias por tu amistad, y también por todos aquellos que me testimonian cómo vivir el amor al prójimo. Te pido que me ayudes a responder con generosidad a tu amor infinito, amando a mi prójimo, así como Tú y el Padre me han amado. Gracias Jesús. Amén.
Si quieres, puedes pedirle al Señor por tus intenciones.
Reza un Padre Nuestro, un Ave María y un Gloria…
Consagración a María
Pidámosle a María que nos acompañe siempre:
Reina del Cielo, alégrate, aleluya,
porque el Señor, a quien llevaste en tu seno, aleluya,
ha resucitado, según su palabra, aleluya.
Santa María, Madre de Dios, ruega por nosotros, pecadores,
ahora y en la hora de nuestra muerte.
Amén
+ En el nombre del Padre, y del Hijo, y del Espíritu Santo. Amén.