Oración del miércoles: “¡Qué grande es tu fe!”

Oración del miércoles

“¡Qué grande es tu fe!”

 +  En el nombre del Padre y, del Hijo, y del Espíritu Santo: Amén.

Oración Inicial

Señor Jesús, amigo fiel, gracias por este nuevo día de vida. Gracias también por este momento de encuentro contigo en el que me das la ocasión de alimentarme con tu Palabra de Verdad.

Acto penitencial

(Hago en silencio un breve examen de conciencia de mi último día).

Padre Bueno, te pido perdón por todas las veces en que me he alejado de Ti. Sé que tu amor es siempre más grande que la dureza de mi corazón. Confío en que me amas y en que me perdonas, y tengo puesta mi esperanza en que siempre estás conmigo.

Lectura Bíblica según el Evangelio del día:  ¡qué grande es tu fe!” (San Mateo 15,21-28)

Jesús partió de allí y se retiró al país de Tiro y de Sidón. Entonces una mujer cananea, que procedía de esa región, comenzó a gritar: “¡Señor, Hijo de David, ten piedad de mí! Mi hija está terriblemente atormentada por un demonio”. Pero él no le respondió nada. Sus discípulos se acercaron y le pidieron: “Señor, atiéndela, porque nos persigue con sus gritos”. Jesús respondió: “Yo he sido enviado solamente a las ovejas perdidas del pueblo de Israel”. Pero la mujer fue a postrarse ante él y le dijo: “¡Señor, socórreme!”. Jesús le dijo: “No está bien tomar el pan de los hijos, para tirárselo a los cachorros”. Ella respondió: “¡Y sin embargo, Señor, los cachorros comen las migas que caen de la mesa de sus dueños!”. Entonces Jesús le dijo: “Mujer, ¡qué grande es tu fe! ¡Que se cumpla tu deseo!”. Y en ese momento su hija quedó curada.

Lectura espiritual breve

(Lee este breve texto del Santo Padre que te ayudará a profundizar el sentido del Evangelio).

Una mujer cananea, pide a Jesús que cure a su hija, que “tenía un demonio muy malo”. El Señor no hace caso a sus insistentes invocaciones y parece no ceder ni siquiera cuando los mismos discípulos interceden por ella, como refiere el evangelista san Mateo. Pero, al final, ante la perseverancia y la humildad de esta desconocida, Jesús condesciende: “Mujer, ¡qué grande es tu fe! Que se cumpla lo que deseas” (Mt 15, 21-28). “Mujer, ¡qué grande es tu fe!”. Jesús señala a esta humilde mujer como ejemplo de fe indómita. Su insistencia en invocar la intervención de Cristo es para nosotros un estímulo a no desalentarnos jamás y a no desesperar ni siquiera en medio de las pruebas más duras de la vida. El Señor no cierra los ojos ante las necesidades de sus hijos y, si a veces parece insensible a sus peticiones, es sólo para ponerlos a prueba y templar su fe. (S.S. Benedicto XVI)

Breve meditación personal

– (Haz silencio en tu interior y pregúntate:)

1.- ¿Qué me dice el evangelio que he leído?

2.- ¿Cómo ilumina mi vida?

3.- ¿Qué tengo que cambiar para ser más como Jesús?

4.-¿Qué me falta para ser más como Él?

Acción de gracias y peticiones personales

Señor Jesús, te agradezco por este momento de oración. Gracias por mostrarme como es que, abriendo mi corazón a Ti, encontraré la felicidad plena. Ayúdame Buen Señor a perseverar en mi vida cristiana, conservando siempre el tesoro de la fe y arriesgando, sin temores, mi vida por Ti y tu Evangelio.

– (Si quieres, puedes pedirle al Señor por tus intenciones.)

– Reza un Padre Nuestro, un Ave María y un Gloria…

Consagración a María

–  Termina esta oración rezándole a María.

¡Oh Virgen del Pilar! Reina y Madre, reconocemos con gratitud tu protección constante y esperamos seguir contando con ella. Obténnos de tu Hijo fortaleza en la fe, seguridad en la esperanza y constancia en el amor. Queremos que en todos los instantes de nuestra vida sintamos que Tú eres nuestra Madre. Amén.

+  En el nombre del Padre y, del Hijo, y del Espíritu Santo: Amén.

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