Oración del miércoles
“Porque el mismo Hijo del hombre no vino para ser servido, sino para servir y dar su vida en rescate por una multitud”
+ En el nombre del Padre y, del Hijo, y del Espíritu Santo: Amén.
Oración Inicial
Aquí estoy, Señor, nuevamente para compartir contigo, para conocerte más y dejarme iluminar por tu Palabra. Te pido que me ayudes a acercarme con humildad, reconociendo mis debilidades, consciente de que no siempre respondo a tu llamada pero con la disposición de cambiar, de crecer y seguir tu voz de ahora en adelante.
Acto penitencial
– (Hago en silencio un breve examen de conciencia de mi último día).
Buen Jesús, Tú que has venido a traer el perdón a los pecadores, que viniste para estar con los enfermos y los necesitados, acoge en tu perdón a este hermano tuyo. Me presento ante ti frágil y pecador, necesitado de tu abrazo de amor, con la plena conciencia que no soy perfecto, que he caído, que he faltado en obra y omisión, pero confiado en tu misericordia de todo corazón te pido perdón.
Lectura Bíblica según el Evangelio del día: “Porque el mismo Hijo del hombre no vino para ser servido, sino para servir y dar su vida en rescate por una multitud“ (San Marcos 10,42-45)
Jesús los llamó y les dijo: “Ustedes saben que aquellos a quienes se considera gobernantes, dominan a las naciones como si fueran sus dueños, y los poderosos les hacen sentir su autoridad. Entre ustedes no debe suceder así. Al contrario, el que quiera ser grande, que se haga servidor de ustedes; y el que quiera ser el primero, que se haga servidor de todos. Porque el mismo Hijo del hombre no vino para ser servido, sino para servir y dar su vida en rescate por una multitud”.
Lectura Espiritual breve
– (Lee este texto del Beato Guerrico de Igny que te ayudará a profundizar el sentido del Evangelio).
¿Hay algo más justo, en efecto, que servir al que os ha puesto en el mundo, sin quien no podéis existir? Pero el hombre dijo a su Creador: «Yo no te serviré» (Jr 2,20). «Pues yo, dice el Creador al hombre, sí te serviré. Siéntate, te serviré, te lavaré los pies»… Sí, oh Cristo «servidor bueno y fiel» (Mt 25,21), verdaderamente tú has servido, has servido con toda la fe y con toda la verdad, con toda la paciencia y toda la constancia. Sin tibieza, te has lanzado como un gigante a correr por el camino de la obediencia (Sl 18,6); sin fingir, nos has dado además, después de tantas fatigas, tu propia vida; sin murmurar, flagelado e inocente, no has abierto la boca (Is 53,9). ¡Oh detestable orgullo del hombre que desdeña servir, y que no podía ser humillado por ningún otro ejemplo que el de un tal servidor de su Dios!
Sí, mi Señor, has pasado muchas penas para servirme; sería justo y equitativo que de ahora en adelante puedas descansar, y que tu servidor, a su vez, se ponga a servirte; su momento ha llegado… Has vencido, Señor, a este tu servidor rebelde; extiendo mis manos para recibir tus ataduras, inclino mi cabeza para recibir tu yugo. Permíteme servirte. Aunque soy un servidor inútil si tu gracia no me acompaña y no trabaja siempre a mi lado (Sab 9,10), recíbeme como tu servidor para siempre.
Breve meditación personal
– (Haz silencio en tu interior y pregúntate):
1.- ¿Qué me dice el evangelio que he leído?
2.- ¿Cómo ilumina mi vida?
3.- ¿Qué tengo que cambiar para ser como Jesús?
4.- ¿Qué me falta para ser más como Él?
Acción de gracias y peticiones personales
Te doy gracias Señor por este momento de oración, por la oportunidad que me das de detenerme un instante para aprender de ti, para conocerte más, para mejorar nuestra amistad. Te pido que me ayudes a ser un servidor digno de Ti y pueda servir con humildad y generosidad todos los que lo necesiten. Amén. .
– (Si quieres, puedes hacer pedirle al Señor por tus intenciones.)
– Reza un Padre Nuestro, un Ave María y un Gloria...
Consagración a María
– Termina esta oración rezándole a María.
Santa María,
ayúdame a esforzarme
según el máximo de mi capacidad
y el máximo de mis posibilidades
para así responder al Plan de Dios
en todas las circunstancias
concretas de mi vida.
Amén.
+ En el nombre del Padre y, del Hijo, y del Espíritu Santo: Amén.