Oración del miércoles
«Mientras se encontraban en Belén, le llegó el tiempo de ser madre»
+ En el nombre del Padre, y del Hijo, y del Espíritu Santo. Amén.
Oración inicial
Esperando con gozo tu pronta venida, te pido Señor que me ayudes a disponer mi corazón para acogerte y para dejarme iluminar por tu presencia llena de paz y amor.
Acto penitencial
– (Hago en silencio un breve examen de conciencia de mi último día).
Al tomar conciencia de tu profundo amor por mí, me doy cuenta, Señor, de cuántas veces me olvido de ti y vivo como si no existieras. Tu venida, sin embargo, me manifiesta la inmensidad de tu amor, y me llena de confianza en tu misericordia.
Lectura Bíblica según el Evangelio del día: «Mientras se encontraban en Belén, le llegó el tiempo de ser madre» (Lc 2,1-14)
En aquella época apareció un decreto del emperador Augusto, ordenando que se realizara un censo en todo el mundo. Este primer censo tuvo lugar cuando Quirino gobernaba la Siria. Y cada uno iba a inscribirse a su ciudad de origen. José, que pertenecía a la familia de David, salió de Nazaret, ciudad de Galilea, y se dirigió a Belén de Judea, la ciudad de David, para inscribirse con María, su esposa, que estaba embarazada. Mientras se encontraban en Belén, le llegó el tiempo de ser madre; y María dio a luz a su Hijo primogénito, lo envolvió en pañales y lo acostó en un pesebre, porque no había lugar para ellos en el albergue. En esa región acampaban unos pastores, que vigilaban por turno sus rebaños durante la noche. De pronto, se les apareció el Angel del Señor y la gloria del Señor los envolvió con su luz. Ellos sintieron un gran temor, pero el Angel les dijo: «No teman, porque les traigo una buena noticia, una gran alegría para todo el pueblo: Hoy, en la ciudad de David, les ha nacido un Salvador, que es el Mesías, el Señor. Y esto les servirá de señal: encontrarán a un niño recién nacido envuelto en pañales y acostado en un pesebre». Y junto con el Angel, apareció de pronto una multitud del ejército celestial, que alababa a Dios, diciendo: «¡Gloria a Dios en las alturas, y en la tierra, paz a los hombres amados por él!».
Lectura espiritual breve
Lee con atención las siguientes palabras del Papa Emérito Benedicto XVI:
El Evangelio narra que la multitud angélica cantaba: «Gloria a Dios en las alturas y paz en la tierra a los hombres que él ama». Los ángeles anuncian a los pastores que el nacimiento de Jesús “es” gloria para Dios en las alturas y “es” paz en la tierra para los hombres que él ama. Por tanto, es muy oportuna la costumbre de poner en la cueva estas palabras angélicas como explicación del misterio de la Navidad, que se realizó en el pesebre. El término “gloria” (doxa) indica el esplendor de Dios que suscita la alabanza, llena de gratitud, de las criaturas. San Pablo diría: es «el conocimiento de la gloria de Dios que está en la faz de Cristo» (2Cor 4,6). “Paz” (eirene) sintetiza la plenitud de los dones mesiánicos, es decir, la salvación que, como explica también el Apóstol, se identifica con Cristo mismo: «Él es nuestra paz» (Ef 2,14). Por último, se hace una referencia a los hombres «de buena voluntad». «Buena voluntad» (eudokia), en el lenguaje común, hace pensar en la «buena voluntad» de los hombres, pero aquí se indica, más bien, el «buen querer» de Dios a los hombres, que no tiene límites. Y ese es precisamente el mensaje de la Navidad: con el nacimiento de Jesús Dios manifestó su amor a todos.
Breve meditación personal
– (Haz silencio en tu interior y pregúntate:)
1.- ¿Qué me dice el evangelio que he leído?
2.- ¿Cómo ilumina mi vida?
3.- ¿Qué tengo que cambiar para ser más como Jesús?
4.- ¿Qué me falta para ser más como Él?
Acción de gracias y peticiones personales
Gracias, Señor, por tu presencia en nuestras vidas. Ayúdame a prepararme para acoger con inmenso gozo tu nacimiento, y dame tu gracia para que, como Santa María, de gloria a Dios con toda mi vida.
Amén.
– (Si quieres, puedes pedirle al Señor por tus intenciones).
– Reza un Padre Nuestro, un Ave María y un Gloria…
Consagración a María
– Termina rezándole a María:
¡Oh Señora mía, oh Madre mía!,
yo me entrego del todo a Ti
y en prueba de mi afecto,
con amor filial
te consagro en este día:
todo lo que soy,
todo lo que tengo.
Guarda y protege,
y también defiende
a este hijo tuyo,
que así sea.
Amén.
+ En el nombre del Padre, y del Hijo, y del Espíritu Santo. Amén.