Mividaenxto

Oración del miércoles: “Les aseguro que uno de ustedes me entregará”

+ En el nombre del Padre, y del Hijo, y del Espíritu Santo. Amén.

Oración inicial

Señor, puesto en tu presencia, te pido que me ayudes a tener el silencio y la paz interior para escuchar tus palabras. Sé que Tú quieres lo mejor para mí, por eso te pido Señor, que escuchando y profundizando en tu Evangelio, pueda encarnarlo en mí.

Acto penitencial

– (Hago en silencio un breve examen de conciencia de mi último día).

Dios de misericordia, Tú no ves nuestro pecado sino que ves nuestro corazón arrepentido y nos quieres perdonar y abrazar. Yo sé que muchas veces he pecado y te pido perdón de todo corazón por todo aquello en que te haya ofendido o haya herido a mi prójimo. Ayúdame a no caer más en el pecado para que pueda vivir la alegría de estar en tu verdad.

Lectura Bíblica según el Evangelio del día: “Les aseguro que uno de ustedes me entregará” San Mateo 26,14-25

Entonces uno de los Doce, llamado Judas Iscariote, fue a ver a los sumos sacerdotes y les dijo: “¿Cuánto me darán si se lo entrego?”. Y resolvieron darle treinta monedas de plata. Desde ese momento, Judas buscaba una ocasión favorable para entregarlo. El primer día de los Acimos, los discípulos fueron a preguntar a Jesús: “¿Dónde quieres que te preparemos la comida pascual?”. El respondió: “Vayan a la ciudad, a la casa de tal persona, y díganle: ‘El Maestro dice: Se acerca mi hora, voy a celebrar la Pascua en tu casa con mis discípulos’”. Ellos hicieron como Jesús les había ordenado y prepararon la Pascua. Al atardecer, estaba a la mesa con los Doce y, mientras comían, Jesús les dijo: “Les aseguro que uno de ustedes me entregará”. Profundamente apenados, ellos empezaron a preguntarle uno por uno: “¿Seré yo, Señor?”. El respondió: “El que acaba de servirse de la misma fuente que yo, ese me va a entregar. El Hijo del hombre se va, como está escrito de él, pero ¡ay de aquel por quien el Hijo del hombre será entregado: más le valdría no haber nacido!”. Judas, el que lo iba a entregar, le preguntó: “¿Seré yo, Maestro?”. “Tú lo has dicho”, le respondió Jesús.

Lectura espiritual breve

Profundicemos ayudados por el Papa Francisco:

Y esta es la primera palabra que quisiera deciros: alegría. No seáis nunca hombres y mujeres tristes: un cristiano jamás puede serlo. Nunca os dejéis vencer por el desánimo. Nuestra alegría no es algo que nace de tener tantas cosas, sino de haber encontrado a una persona, Jesús; que está entre nosotros; nace del saber que, con él, nunca estamos solos, incluso en los momentos difíciles, aun cuando el camino de la vida tropieza con problemas y obstáculos que parecen insuperables, y ¡hay tantos! Y en este momento viene el enemigo, viene el diablo, tantas veces disfrazado de ángel, e insidiosamente nos dice su palabra. No le escuchéis. Sigamos a Jesús. Nosotros acompañamos, seguimos a Jesús, pero sobre todo sabemos que él nos acompaña y nos carga sobre sus hombros: en esto reside nuestra alegría, la esperanza que hemos de llevar en este mundo nuestro. Y, por favor, no os dejéis robar la esperanza, no dejéis robar la esperanza. Esa que nos da Jesús. (S.S. Francisco)

Breve meditación personal

– (Haz silencio en tu interior y pregúntate:)

1.- ¿Qué me dice el evangelio que he leído?

2.- ¿Cómo ilumina mi vida?

3.- ¿Qué tengo que cambiar para ser más como Jesús?

4.- ¿Qué me falta para ser más como Él?

Acción de gracias y peticiones personales

Señor de la esperanza, Tú sabes que yo también soy un hombre frágil y pecador. Pero también Tú me enseñas que quisiste morir para redimir mis pecados y para reconciliar mi interior. Te doy gracias de corazón y te ruego que me ayudes a no caer jamás en la decepción o la tristeza de Judas, sino que viva siempre la alegría de ser un hijo del Padre, por quien Tú te entregaste en la Cruz.

Amén

– (Si quieres, puedes pedirle al Señor por tus intenciones).

– Reza un Padre Nuestro, un Ave María y un Gloria…

Consagración a María

– Pidámosle a María que nos acompañe siempre:

Bajo tu amparo nos acogemos,
santa Madre de Dios;
no deseches las oraciones
que te dirigimos
en nuestras necesidades,
antes bien
líbranos de todo peligro,
¡oh Virgen gloriosa y bendita!
Amén.

+ En el nombre del Padre, y del Hijo, y del Espíritu Santo. Amén.

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