Oración del miércoles: “El que permanece en mí y yo en él, da mucho fruto”

Oración del miércoles

“El que permanece en mí y yo en él, da mucho fruto”

+  En el nombre del Padre y, del Hijo, y del Espíritu Santo: Amén.

Oración Inicial

Señor Jesús, te agradezco porque me invitas a ser tu amigo y sales a mi encuentro en todo momento. Te pido que me ayudes a tener el silencio interior para que en esta oración pueda comprender que sólo en tu resurrección encontraré la fuerza para alcanzar la plena felicidad.

Acto penitencial

– (Hago en silencio un breve examen de conciencia de mi último día).

Señor, te pido perdón por haberte dado la espalda. Por haberme olvidado de Ti y de tus palabras, por todas las veces que callé tu voz y opté por hacer solo lo que yo quería. Sabes que te quiero y me duele haberte fallado. Te prometo que me esforzaré para no traicionar más nuestra amistad. Gracias por tu perdón y por tu inmensa misericordia. No he hecho nada para merecerlos, pero Tú me amas de manera incondicional. Gracias Señor por amarme hasta el extremo.

Lectura Bíblica según el Evangelio del día: El que permanece en mí y yo en él, da mucho fruto (Jn 15,1-8)

“Yo soy la verdadera vid y mi Padre es el viñador. El corta todos mis sarmientos que no dan fruto; al que da fruto, lo poda para que dé más todavía. Ustedes ya están limpios por la palabra que yo les anuncié. Permanezcan en mí, como yo permanezco en ustedes. Así como el sarmiento no puede dar fruto si no permanece en la vid, tampoco ustedes, si no permanecen en mí. Yo soy la vid, ustedes los sarmientos. El que permanece en mí, y yo en él, da mucho fruto, porque separados de mí, nada pueden hacer. Pero el que no permanece en mí, es como el sarmiento que se tira y se seca; después se recoge, se arroja al fuego y arde. Si ustedes permanecen en mí y mis palabras permanecen en ustedes, pidan lo que quieran y lo obtendrán. La gloria de mi Padre consiste en que ustedes den fruto abundante, y así sean mis discípulos.”

Lectura Espiritual breve

– (Lee este texto de San Cirilo de Alejandría que te ayudará a profundizar el sentido del Evangelio).

El Señor, para convencernos de que es necesario que nos adhiramos a él por el amor, estimó todos los bienes que brotan de nuestra unión con él, comparándose a sí mismo con la vid, y afirmando que los que estamos unidos e injertados a él, somos como sus sarmientos y, al participar del Espíritu Santo, compartimos su misma naturaleza, pues el espíritu de Cristo nos une con él.
        En él y por él hemos sido regenerados en el Espíritu para producir frutos de una vida santa, no de aquella vida pasada de pecado, sino de la vida nueva que se funda en su amor. Y esta vida la conservaremos si perseveramos unidos a él, como injertados en su persona; si seguimos fielmente los mandamientos que nos dio y procuramos conservar los grandes bienes que nos confió, esforzándonos por no entristecer, ni en lo más mínimo, al Espíritu que habita en nosotros, pues, por medio de Él, Dios mismo habita en nuestro interior. (San Cirilo de Alejandría (380-444), obispo y doctor de la Iglesia. Comentario al evangelio de san Juan, Libro10, cap. 2).

Breve meditación personal

– (Haz silencio en tu interior y pregúntate):
1.- ¿Qué me dice el evangelio que he leído?
2.- ¿Cómo ilumina mi vida?
3.- ¿Qué tengo que cambiar para ser como Jesús?
4.- ¿Qué me falta para ser más como Él?

Acción de gracias y peticiones personales

Gracias Jesús porque me invitas a vivir siempre unido a Ti y porque me haces entender que sin Ti no puedo hacer nada pero contigo puedo llegar a la santidad. Ayúdame a permanecer siempre unido a tu corazón, y así dar abundantes frutos que den gloria al Padre. Amén.

– (Si quieres, puedes hacer pedirle al Señor por tus intenciones.)

– Reza un Padre Nuestro, un Ave María y un Gloria...

Consagración a María

–  Termina esta oración rezándole a María.

Santa María,
ayúdame a esforzarme
según el máximo de mi capacidad
y el máximo de mis posibilidades
para así responder al Plan de Dios
en todas las circunstancias
concretas de mi vida.
Amén.

+  En el nombre del Padre y, del Hijo, y del Espíritu Santo: Amén.

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