Oración del miércoles
¿Cómo se han quedado todo el día aquí sin hacer nada?
+ En el nombre del Padre, y del Hijo, y del Espíritu Santo. Amén.
Oración inicial
Señor Dios mío, al iniciar este momento de oración te pido me ayudes a estar en tu presencia para abrirme a la luz de tu Espíritu y así profundizar en mi relación Contigo. Ilumíname para servir con generosidad a tu Plan de Amor, y así responder a la invitación de trabajar en tu viña y procurar la extensión de tu Reino.
Acto penitencial
– (Hago en silencio un breve examen de conciencia de mi último día).
Puesto en tu presencia, Señor, tomo conciencia de las muchas oportunidades que pierdo para trabajar en tu viña. Cuantas veces, Señor, me esfuerzo en cosas que no tienen sentido, y que incluso me alejan de ti. Pero Tú me invitas siempre a ser de aquellos obreros que trabajan en tu mies. Ayúdame a acoger tu misericordia, y a renovar mis esfuerzos por vivir según tus mandatos, por ser obrero de tu viña.
Lectura Bíblica según el Evangelio del día: “¿Cómo se han quedado todo el día aquí sin hacer nada?” (San Mateo 20,1-16a).
Porque el Reino de los Cielos se parece a un propietario que salió muy de madrugada a contratar obreros para trabajar en su viña. Trató con ellos un denario por día y los envío a su viña. Volvió a salir a media mañana y, al ver a otros desocupados en la plaza, les dijo: ‘Vayan ustedes también a mi viña y les pagaré lo que sea justo’. Y ellos fueron. Volvió a salir al mediodía y a media tarde, e hizo lo mismo. Al caer la tarde salió de nuevo y, encontrando todavía a otros, les dijo: ‘¿Cómo se han quedado todo el día aquí, sin hacer nada?’. Ellos les respondieron: ‘Nadie nos ha contratado’. Entonces les dijo: ‘Vayan también ustedes a mi viña’. Al terminar el día, el propietario llamó a su mayordomo y le dijo: ‘Llama a los obreros y págales el jornal, comenzando por los últimos y terminando por los primeros’. Fueron entonces los que habían llegado al caer la tarde y recibieron cada uno un denario. Llegaron después los primeros, creyendo que iban a recibir algo más, pero recibieron igualmente un denario. Y al recibirlo, protestaban contra el propietario, diciendo: ‘Estos últimos trabajaron nada más que una hora, y tú les das lo mismo que a nosotros, que hemos soportado el peso del trabajo y el calor durante toda la jornada’. El propietario respondió a uno de ellos: ‘Amigo, no soy injusto contigo, ¿acaso no habíamos tratado en un denario? Toma lo que es tuyo y vete. Quiero dar a este que llega último lo mismo que a ti. ¿No tengo derecho a disponer de mis bienes como me parece? ¿Por qué tomas a mal que yo sea bueno?’. Así, los últimos serán los primeros y los primeros serán los últimos”.
Lectura espiritual breve
Medita este texto de San Gregorio Magno Papa.
Podemos repartir estas diversas horas del día entre los años de vida del hombre. El amanecer, es la infancia de nuestra inteligencia. La tercera hora puede aplicarse a la adolescencia, porque el sol deslumbra ya, por decirlo así, desde la altura, en los ardores de la juventud que empiezan a calentarse. La sexta hora, es la edad de la madurez: el sol se establece allí como su punto de equilibrio, ya que el hombre está en la plenitud de su fuerza. La novena hora designa la vejez, dónde el sol desciende, en cierto modo, desde lo alto del cielo, para que los ardores de la edad madura se refresquen. En fin, la undécima hora es la edad que se nombra como vejez avanzada…
Unos son conducidos a una vida honrada desde la infancia, otros durante la adolescencia, otros en la edad madura, otros en la vejez y otros por fin en edad muy avanzada, es como si fueran llamados a la vid, a diferentes horas del día. Examinad pues vuestro modo de vivir, hermanos, y ved si vosotros actuáis como obreros de Dios. Reflexionad bien, y considerad si trabajáis en la vid del Señor… El que se descuidó de vivir para Dios hasta su última edad, es como el obrero que ha estado sin hacer nada hasta la undécima hora… “¿Por qué habéis estado todo el día sin hacer nada?” Es como si dijéramos claramente: “Si no habéis querido vivir para Dios durante vuestra juventud y edad madura, arrepentíos, por lo menos, en vuestra última edad… Venid, a pesar de todo, hacia los caminos de la vida”… ¿No fue a la undécima hora cuando el ladrón regresó? (Lc 23,39s) No fue por su edad avanzada, sino por el suplicio con que se encontró al llegar a la tarde de su vida. Confesó a Dios sobre la cruz, y expiró casi en el momento en el que el Señor le daba su sentencia. Y el Dueño de todo, admitiendo al ladrón antes que a Pedro en el descanso del paraíso, distribuyó bien el salario comenzando por el último.
Breve meditación personal
– (Haz silencio en tu interior y pregúntate:)
1.- ¿Qué me dice el evangelio que he leído?
2.- ¿Cómo ilumina mi vida?
3.- ¿Qué tengo que cambiar para ser más como Jesús?
4.-¿Qué me falta para ser más como Él?
Acción de gracias y peticiones personales
Gracias Señor por este momento de oración. Te pido que me ayudes a ser un trabajador activo de tu viña. No dejes que mi mirada sea envidiosa por todas las bondades que le concedes a los otros. Sino más bien, ayúdame a responder con dedicación y disponibilidad a cada uno de los dones que me has concedido, para que así, puedan dar muchos frutos.
Amén.
– (Si quieres, puedes pedirle al Señor por tus intenciones).
– Reza un Padre Nuestro, un Ave María y un Gloria…
Consagración a María
– Termina esta oración rezándole a María:
Coros celestes cantan y alaban
a nuestra Señora que sube a los cielos.
La vi tan bella como la aurora,
cual sol refulgente en medio del cielo.
¡La vi tan bella! La vi radiante,
reinando en el cielo muy cerca de Dios.
Virgen María, Reina del Cielo,
¡oh llena de gracia, ruega por nosotros!
Que por los siglos, Virgen María,
los pueblos alaben a Cristo, tu Hijo.
+ En el nombre del Padre, y del Hijo, y del Espíritu Santo. Amén.