+ En el nombre del Padre, y del Hijo, y del Espíritu Santo. Amén.
Oración inicial
Buen Jesús, gracias por tu infinito amor y por regalarme cada día nuevas oportunidades para acercarme a Ti. Te pido que me ayudes a tomar conciencia de la importancia del servicio humilde y generoso.
Acto penitencial
– (Hago en silencio un breve examen de conciencia de mi último día).
Perdóname Señor por mis muchos pecados. Sabes bien que soy frágil y que muchas veces torpemente busco apropiarme de los frutos que son sólo tuyos. Purifica Señor mis intenciones.
Lectura Bíblica: Lc 17,7-10
«Supongamos que uno de ustedes tiene un servidor para arar o cuidar el ganado. Cuando este regresa del campo, ¿acaso le dirá: “Ven pronto y siéntate a la mesa”? ¿No le dirá más bien: “Prepárame la cena y recógete la túnica para servirme hasta que yo haya comido y bebido, y tú comerás y beberás después”? ¿Deberá mostrarse agradecido con el servidor porque hizo lo que se le mandó? Así también ustedes, cuando hayan hecho todo lo que se les mande, digan: “Somos simples servidores, no hemos hecho más que cumplir con nuestro deber”».
Lectura espiritual breve
Acojamos la invitación del Papa Juan Pablo I:
Están además los que son más pequeños que nosotros; están los niños, los enfermos, y hasta los pecadores. Como obispo, he estado muy cerca incluso de los que no creen en Dios. ¡Cuánta misericordia hay que tener! Me he convencido de que muchas veces éstos rechazan no a Dios, sino a la idea errónea que de Dios tienen. ¡Cuánta misericordia hay que tener! Y también los que se equivocan… Es necesario de verdad estar en regla con nosotros mismos. Me limito a recomendaros una virtud muy querida del Señor: ha dicho “aprended de mí que soy manso y humilde de corazón”… ¡El Señor ha recomendado tanto ser humildes! Aun si habéis hecho cosas grandes, decid: siervos inútiles somos. En cambio la tendencia de todos nosotros es más bien lo contrario: ponerse en primera fila. Humildes, humildes: es la virtud cristiana que a todos toca.
Breve meditación personal
Haz silencio en tu interior y pregúntate:
1.- ¿Qué me dice el Evangelio que he leído?
2.- ¿Cómo ilumina mi vida?
3.- ¿Qué tengo que cambiar para ser más como Jesús?
4.- ¿Qué me falta para ser más como Él?
Acción de gracias y peticiones personales
Gracias Señor por este momento de oración y encuentro contigo. Ayúdame Señor a no buscar el protagonismo; a aprender de Ti a ser servidor de todos, con la conciencia que hay más alegría en dar que en recibir. Que esta sea una ocasión para tomar conciencia y poner medios concretos para vivir el amor auténtico. Amén.
(Si quieres, puedes pedirle al Señor por tus intenciones).
Reza un Padre Nuestro, un Ave María y un Gloria…
Consagración a María
Pidámosle a María que nos acompañe siempre:
Acuérdate,
¡oh piadosísima, Virgen María!,
que jamás se ha oído decir
que ninguno de los que
han acudido a tu protección,
implorando tu auxilio
haya sido abandonado de Ti.
Animado con esta confianza,
a Ti también yo acudo,
y me atrevo a implorarte
a pesar del peso de mis pecados.
¡Oh Madre del Verbo!,
no desatiendas mis súplicas,
antes bien acógelas benignamente. Amén
+ En el nombre del Padre, y del Hijo, y del Espíritu Santo. Amén.