Oración del martes
“Los primeros serán los últimos, y los últimos serán los primeros”
+ En el nombre del Padre, y del Hijo, y del Espíritu Santo: Amén.
Oración inicial
Señor, Dios mío, puesto en tu presencia te agradezco por todas las bendiciones que me das. Acompáñame en este momento de oración y en este día con la luz de tu Espíritu para vivir según tu Evangelio. Ayúdame, Señor Dios mío, a ser santo y alcanzar la salvación que tienes prometida para quienes viven según tus mandatos.
Acto penitencial
– (Hago en silencio un breve examen de conciencia de mi último día).
Puesto en tu presencia tomo conciencia de las muchas veces que me aparto de ti. Cuántas veces, Señor, me aferro a cosas materiales o limitadas, dejándote de lado. Cuántas veces vivo de modo egoísta, busco solo mi propio bien y me olvido de aquellos que están al último. Te pido, Señor, perdón, e invoco tu ayuda para ser cada vez más humilde y ser como Tú, que viniste a servir y no a ser servido.
Lectura Bíblica según el Evangelio del día: “Los primeros serán los últimos, y los últimos serán los primeros” (San Mateo 19,23-30).
Jesús dijo entonces a sus discípulos: “Les aseguro que difícilmente un rico entrará en el Reino de los Cielos. Sí, les repito, es más fácil que un camello pase por el ojo de una aguja, que un rico entre en el Reino de los Cielos”. Los discípulos quedaron muy sorprendidos al oír esto y dijeron: “Entonces, ¿quién podrá salvarse?”. Jesús, fijando en ellos su mirada, les dijo: “Para los hombres esto es imposible, pero para Dios todo es posible”. Pedro, tomando la palabra, dijo: “Tú sabes que nosotros lo hemos dejado todo y te hemos seguido. ¿Qué nos tocará a nosotros?”. Jesús les respondió: “Les aseguro que en la regeneración del mundo, cuando el Hijo del hombre se siente en su trono de gloria, ustedes, que me han seguido, también se sentarán en doce tronos, para juzgar a las doce tribus de Israel. Y el que a causa de mi Nombre deje casa, hermanos o hermanas, padre, madre, hijos o campos, recibirá cien veces más y obtendrá como herencia la Vida eterna. Muchos de los primeros serán los últimos, y muchos de los últimos serán los primeros
Lectura espiritual breve
Lee este comentario de San Ireneo de Lyon, santo del siglo III, para profundizar en la Palabra de Jesús
Por haber seguido la Palabra de Dios, su llamada, espontánea y libremente con la generosidad de su fe, Abrahán fue “el amigo de Dios” (Sant 2,23). No era a causa de una indigencia que el Verbo de Dios adquirió esta amistad de Abrahán, ya que el Verbo es perfecto desde su origen. “Antes que Abrahán, Yo soy!” (Jn 8,58) Lo hizo en su gran bondad para poder dar a Abrahán la vida eterna… Tampoco en el principio, cuando Dios modeló a Adán, no lo hizo por una necesidad sino por tener a alguien en quien depositar sus beneficios.
Del mismo modo, Jesús tampoco necesita nuestro servicio, sino que nos llama a su seguimiento para darnos la salvación. Ya que seguir al Señor es tener parte en la salvación, como el que sigue la luz tiene parte en la luz. Cuando los hombres caminan en la luz, no son ellos los que iluminan la luz ni la hacen brillar, antes bien son iluminados y resplandecientes gracias a ella… Dios concede sus beneficios a los que le sirven porque le sirven y a los que lo siguen porque le siguen. Pero no recibe de ellos beneficio alguno ya que él es perfecto y no necesita nada.
Si Dios solicita los servicios de los hombres es para poder conceder sus beneficios de bondad y misericordia a los que perseveran en su servicio. Porque, si Dios no necesita nada, el hombre sí que necesita de la comunión con Dios. La gloria del hombre es que persevere en el servicio de Dios. Por esto, el Señor dijo a sus discípulos: “No me elegisteis vosotros a mí; fui yo quien os elegí a vosotros,” (Jn 15,16) indicando así que…por haber seguido al Hijo de Dios, serían glorificados con él: “Padre, quiero que todos estos que tú me has dado puedan estar conmigo donde esté yo, para que contemplen la gloria que me has dado, porque tú me amaste antes de la creación del mundo.” (Jn 17,24)
Breve meditación personal
– (Haz silencio en tu interior y pregúntate:)
1.- ¿Qué me dice el evangelio que he leído?
2.- ¿Cómo ilumina mi vida?
3.- ¿Qué tengo que cambiar para ser más como Jesús?
4.-¿Qué me falta para ser más como Él?
Acción de gracias y peticiones personales
Te agradezco, Señor, por este momento de oración, y por tu presencia en mi vida. Quiero vivir completamente entregado a Ti, y te pido la fuerza de tu gracia para que así sea. Ayúdame a vivir en humildad y en servicio a los demás, siguiendo tus mandamientos, para alcanzar algún día la comunión plena contigo y todos los santos en el cielo.
Amén.
– (Si quieres, puedes pedirle al Señor por tus intenciones).
– Reza un Padre Nuestro, un Ave María y un Gloria…
Consagración a María
– Termina esta oración rezándole a María:
Salve, Reina de los Cielos y Señora de los Ángeles;
salve raíz, salve puerta, que dio paso a nuestra luz.
Alégrate, Virgen gloriosa, entre todas la más bella;
salve, agraciada doncella, ruega a Cristo por nosotros. Amén.
+ En el nombre del Padre y, del Hijo, y del Espíritu Santo: Amén.