+ En el nombre del Padre, y del Hijo, y del Espíritu Santo. Amén.
Oración inicial
Señor Jesús ayúdame a disponer mi corazón para estar en tu presencia. Ilumíname para que este momento de oración se convierta en un momento de encuentro y de diálogo contigo. Aumenta mi fe de modo que, escuchando tu palabra y fortalecido por tu gracia, pueda hacerla concreta en las obras y opciones de mi vida diaria.
Acto penitencial
– (Hago en silencio un breve examen de conciencia de mi último día).
Jesús, Tú que has venido a traer el perdón a los pecadores, que viniste para estar con los enfermos y los necesitados, escucha mi oración. Me presento ante Ti frágil y pecador, necesitado de tu abrazo de amor, con la plena conciencia de que en muchas ocasiones he caído, he faltado en obra y omisión. Por sobre todo confío en tu misericordia y te pido perdón de todo corazón.
Lectura Bíblica: Jn 14,27-31
«Les dejo la paz, les doy mi paz. La paz que yo les doy no es como la que da el mundo. Que no haya en ustedes angustia ni miedo. Saben que les dije: Me voy, pero volveré a ustedes. Si me amaran, se alegrarían de que me vaya al Padre, pues el Padre es más grande que yo. Les he dicho estas cosas ahora, antes de que sucedan, para que cuando sucedan ustedes crean. Ya no hablaré mucho más con ustedes, pues se está acercando el príncipe de este mundo. En mí no encontrará nada suyo, pero con esto sabrá el mundo que yo amo al Padre y que hago lo que el Padre me ha encomendado hacer. Ahora levántense y vayámonos de aquí».
Lectura espiritual breve
Lee este texto de San Juan Pablo II:
Qué significativas resultan las palabras de Jesucristo que recordamos todos los días en la liturgia eucarística: «La paz os dejo, mi paz os doy; no como el mundo la da os la doy yo» (Jn 14,27). Esta dimensión de paz, es la dimensión más profunda, que sólo Cristo puede dar al hombre. Es la plenitud de la paz, radicada en la reconciliación con Dios mismo. La paz interior que comparten los hermanos mediante la comunión espiritual. Esta paz es la que nosotros imploramos antes que ninguna otra cosa. Pero conscientes de que “el mundo” por sí solo —el mundo después del pecado original, el mundo en pecado— no puede darnos esta paz, la pedimos al mismo tiempo para el mundo. Para el hombre en el mundo. Para todos los hombres. Para todas las naciones de lengua, cultura o razas diversas. Para todos los continentes. La paz es la primera condición del progreso auténtico. La paz es indispensable para que los hombres y los pueblos vivan en libertad. La paz está condicionada al mismo tiempo —como enseñan Juan XXIII y Pablo VI— por la garantía de que se asegure a todos los hombres y pueblos el derecho a la libertad, a la verdad, a la justicia, y al amor.
Breve meditación personal
Haz silencio en tu interior y pregúntate:
1.- ¿Qué me dice el evangelio que he leído?
2.- ¿Cómo ilumina mi vida?
3.- ¿Qué tengo que cambiar para ser más como Jesús?
4.- ¿Qué me falta para ser más como Él?
Acción de gracias y peticiones personales
Te doy gracias Señor por este momento de oración, por la oportunidad que me das de detenerme un instante para aprender de Ti, de conocerte más y poder así crecer en mi amistad contigo. Te pido que este tiempo de Pascua sea propicio para convertirme en luz del mundo y poder llevar tu paz a las personas que me rodean. Amén.
(Si quieres, puedes pedirle al Señor por tus intenciones).
Reza un Padre Nuestro, un Ave María y un Gloria…
Consagración a María
Pidámosle a María que nos acompañe siempre:
Acuérdate,
¡oh piadosísima, Virgen María!,
que jamás se ha oído decir
que ninguno de los que
han acudido a tu protección,
implorando tu auxilio
haya sido abandonado de Ti.
Animado con esta confianza,
a Ti también yo acudo,
y me atrevo a implorarte
a pesar del peso de mis pecados.
¡Oh Madre del Verbo!,
no desatiendas mis súplicas,
antes bien acógelas benignamente. Amén
+ En el nombre del Padre, y del Hijo, y del Espíritu Santo. Amén.