+ En el nombre del Padre, y del Hijo, y del Espíritu Santo. Amén.
Oración inicial
Señor Jesús, amigo fiel, gracias por este nuevo día que me concedes. Gracias también por este momento de encuentro en el que me das la ocasión de alimentarme de tu palabra de vida. Te pido que me ayudes a ser dócil a tu amor y a dejarme levantar por Ti cada día.
Acto penitencial
– (Hago en silencio un breve examen de conciencia de mi último día).
Padre Bueno, te pido perdón por todas las veces en que me he alejado de ti. Sé que tu amor es siempre más grande que la dureza de mi corazón. Confío en que me amas y en que me perdonas, y tengo puesta mi esperanza en que siempre estás conmigo.
Lectura Bíblica: Lc 7,11-17
En seguida, Jesús se dirigió a una ciudad llamada Naím, acompañado de sus discípulos y de una gran multitud. Justamente cuando se acercaba a la puerta de la ciudad, llevaban a enterrar al hijo único de una mujer viuda, y mucha gente del lugar la acompañaba. Al verla, el Señor se conmovió y le dijo: «No llores». Después se acercó y tocó el féretro. Los que los llevaban se detuvieron y Jesús dijo: «Joven, yo te lo ordeno, levántate». El muerto se incorporó y empezó a hablar. Y Jesús se lo entregó a su madre. Todos quedaron sobrecogidos de temor y alababan a Dios, diciendo: «Un gran profeta ha aparecido en medio de nosotros y Dios ha visitado a su Pueblo». El rumor de lo que Jesús acababa de hacer se difundió por toda la Judea y en toda la región vecina.
Lectura espiritual breve
Lee este breve texto del Papa Emérito Benedicto XVI:
Así aflora el pensamiento de la presencia silenciosa de Dios, que acompaña casi imperceptiblemente al hombre en su largo camino en la historia. La única verdadera esperanza “fiable” es Dios, que en Jesucristo y en su Evangelio ha abierto de par en par sobre el futuro la puerta oscura del tiempo. «He resucitado y ahora estoy siempre contigo —nos repite Jesús, especialmente en los momentos más difíciles—; mi mano te sostiene. Dondequiera que caigas, caerás entre mis brazos. Estoy presente también a la puerta de la muerte».
Breve meditación personal
Haz silencio en tu interior y pregúntate:
1.- ¿Qué me dice el Evangelio que he leído?
2.- ¿Cómo ilumina mi vida?
3.- ¿Qué tengo que cambiar para ser más como Jesús?
4.- ¿Qué me falta para ser más como Él?
Acción de gracias y peticiones personales
Señor Jesús, te agradezco por este momento de oración. Ayúdame a caminar con la certeza de que siempre me llevas de la mano y tienes los brazos extendidos para acogerme en los momentos más difíciles. Ayúdame a vivir con la alegría y la esperanza de que algún día podré participar plenamente de la comunión contigo por toda la eternidad. Amén.
(Si quieres, puedes pedirle al Señor por tus intenciones).
Reza un Padre Nuestro, un Ave María y un Gloria…
Consagración a María
Pidámosle a María que nos acompañe siempre:
Acuérdate,
¡oh piadosísima, Virgen María!,
que jamás se ha oído decir
que ninguno de los que
han acudido a tu protección,
implorando tu auxilio
haya sido abandonado de Ti.
Animado con esta confianza,
a Ti también yo acudo,
y me atrevo a implorarte
a pesar del peso de mis pecados.
¡Oh Madre del Verbo!,
no desatiendas mis súplicas,
antes bien acógelas benignamente. Amén
+ En el nombre del Padre, y del Hijo, y del Espíritu Santo. Amén.