Oración del martes
“Hombre de poca fe, ¿por qué dudaste?”
+ En el nombre del Padre y, del Hijo, y del Espíritu Santo: Amén.
Oración Inicial
Señor Jesús, reconozco tu presencia en mi vida y te pido me acompañes particularmente en este momento de oración. Dame, sobre todo, la luz de tu Espíritu para aprender a discernir tu voluntad. Que aprenda, Señor, a cumplir en todo momento la voluntad del Padre que está en los cielos.
Acto penitencial
– (Hago en silencio un breve examen de conciencia de mi último día).
Tú lo sabes todo, Señor, y sabes que muchas veces me alejo de tu Plan de Amor.Sé, sin embargo, que Tú constantemente me invitar a acercarme de nuevo a tu amor, a tu presencia. Ayúdame, Señor mío, a vivir siempre contigo y a cumplir aquello que me propones para mi felicidad y santidad.
Lectura Bíblica según el Evangelio del día: “Hombre de poca fe, ¿por qué dudaste?” (San Mateo 14,22-36)
En seguida, obligó a los discípulos que subieran a la barca y pasaran antes que él a la otra orilla, mientras él despedía a la multitud. Después, subió a la montaña para orar a solas. Y al atardecer, todavía estaba allí, solo. La barca ya estaba muy lejos de la costa, sacudida por las olas, porque tenían viento en contra. A la madrugada, Jesús fue hacia ellos, caminando sobre el mar. Los discípulos, al verlo caminar sobre el mar, se asustaron. “Es un fantasma”, dijeron, y llenos de temor se pusieron a gritar. Pero Jesús les dijo: “Tranquilícense, soy yo; no teman”. Entonces Pedro le respondió: “Señor, si eres tú, mándame ir a tu encuentro sobre el agua”. “Ven”, le dijo Jesús. Y Pedro, bajando de la barca, comenzó a caminar sobre el agua en dirección a él. Pero, al ver la violencia del viento, tuvo miedo, y como empezaba a hundirse, gritó: “Señor, sálvame”. En seguida, Jesús le tendió la mano y lo sostuvo, mientras le decía: “Hombre de poca fe, ¿por qué dudaste?”. En cuanto subieron a la barca, el viento se calmó. Los que estaban en ella se postraron ante él, diciendo: “Verdaderamente, tú eres el Hijo de Dios”. Al llegar a la otra orilla, fueron a Genesaret. Cuando la gente del lugar lo reconoció, difundió la noticia por los alrededores, y le llevaban a todos los enfermos, rogándole que los dejara tocar tan sólo los flecos de su manto, y todos los que lo tocaron quedaron curados.
Lectura Espiritual breve
Medita con este texto de San Juan XXIII:
San Mateo, el primero de los evangelistas, nos cuenta que Jesús, al caer de una jornada fatigosa, se recogió solo en el monte a orar. La barca de los suyos, que había quedado en el lago, era agitada por los vientos y, ya de noche, Jesús bajó, y caminando ligero sobre las olas dijo en voz alta: tened confianza no temáis, porque soy yo. Señor, si eres Tú, dijo Pedro, haz que yo pueda llegarme a Ti andando sobre las aguas. Y Jesús dijo: Ven. Y Pedro, bajando de la barca, quiso acercarse al Divino Maestro. Mas por la violencia del viento, tuvo miedo, y, comenzando a hundirse gritó: Señor, sálvame. Jesús le extendió al punto la mano, lo sostuvo y le dijo: Hombre de poca fe, ¿por qué has dudado? Y cuando estuvieron todos reunidos en la barca el viento cesó (Mt 14,22-32). Amados hijos, este episodio, aún en las sombras de la noche, sobre el lago, es de una transparencia encantadora. El humilde sucesor de San Pedro no siente todavía ninguna tentación de zozobra. Nos sentimos fuertes en la fe, y junto a Jesús podemos atravesar no sólo el pequeño lago de Galilea, sino también todos los mares del mundo. La palabra de Jesús basta para la salvación y la victoria.
Breve meditación personal
– Haz silencio en tu interior y pregúntate:
1.- ¿Qué me dice el evangelio que he leído?
2.- ¿Cómo ilumina mi vida?
3.- ¿Qué tengo que cambiar para ser más como Él?
4.- ¿Qué me falta para ser más como Él?
Acción de gracias y peticiones personales
Gracias, Señor por este momento de oración y de encuentro contigo. Ayúdame a tenerte siempre presente en mis pensamientos, en mi corazón y en mis acciones. Dame, Señor, la fuerza de tu gracia para que a pesar de mi debilidad, pueda perseverar en mi fe y responda fielmente a tu Plan de amor.
Amén.
– (Si quieres, puedes pedirle al Señor por tus intenciones).
– Reza un Padre Nuestro, un Ave María y un Gloria...
Consagración a María
– Termina esta oración rezándole a María.
Madre del Amor Misericordioso,
bien sabes que tu Hijo,
desde lo alto de la Cruz,
señaló el camino de la piadosa filiación
como aquel que deberíamos recorrer.
Te imploro me obtengas la gracia
de acercarme a tu Inmaculado Corazón,
desde mi propio corazón,
para aprender a amarte
y a honrarte
con el amor
que el Señor Jesús te tiene.
Cuida que este hijo tuyo
ingrese así
en el proceso de amorización
y vea algún día cumplida
la gran esperanza
de verse conformado
con el Salvador.
Amén.
+ En el nombre del Padre y, del Hijo, y del Espíritu Santo: Amén.