Oración del martes: “Cállate y sal de este hombre”

Oración del martes

“Cállate y sal de este hombre”

+  En el nombre del Padre, y del Hijo, y del Espíritu Santo: Amén.

Oración inicial

Señor Jesús, te doy gracias por tener este momento para estar contigo. Tú sabes cuánto anhelo ser feliz y poder alcanzar la vida eterna. Ayúdame a escucharte en el Evangelio e ilumíname para que este momento de oración me ayude a ser mejor, y sobre todo, a seguirte cada vez más de cerca.

Acto penitencial

– (Hago en silencio un breve examen de conciencia de mi último día).

Puesto en tu presencia tomo conciencia de las muchas veces que me aparto de ti. Cuántas veces, Señor, me aferro a cosas materiales o limitadas, dejándote de lado. Cuántas veces vivo de modo egoísta, busco solo mi propio bien y me olvido de aquellos que están al último. Te pido, Señor, perdón, e invoco tu ayuda para ser cada vez más humilde y ser como Tú, que viniste a servir y no a ser servido.

Lectura Bíblica según el Evangelio del día:Cállate y sal de este hombre” (San Lucas 4,31-37).

Jesús bajó a Cafarnaún, ciudad de Galilea, y enseñaba los sábados. Y todos estaban asombrados de su enseñanza, porque hablaba con autoridad. En la sinagoga había un hombre que estaba poseído por el espíritu de un demonio impuro; y comenzó a gritar con fuerza; “¿Qué quieres de nosotros, Jesús Nazareno? ¿Has venido para acabar con nosotros? Ya sé quién eres: el Santo de Dios”. Pero Jesús lo increpó, diciendo: “Cállate y sal de este hombre”. El demonio salió de él, arrojándolo al suelo en medio de todos, sin hacerle ningún daño. El temor se apoderó de todos, y se decían unos a otros: “¿Qué tiene su palabra? ¡Manda con autoridad y poder a los espíritus impuros, y ellos salen!”. Y su fama se extendía por todas partes en aquella región.

Lectura espiritual breve

Reflexiona con estas palabras del Papa Francisco:

Hay algunos sacerdotes que cuando leen este pasaje del Evangelio, este y otros, dicen: “Pero, Jesús ha sanado a una persona con una enfermedad mental”. No leen esto aquí, ¿no? Es verdad que en aquel tiempo se podía confundir una epilepsia con la posesión de demonio; ¡pero también es cierto que existía el demonio! Y nosotros no tenemos derecho a simplificar las cosas, como diciendo: “Todos esos no estaban poseídos; eran enfermos mentales”. ¡No! La presencia del demonio está en la primera página de la Biblia y la Biblia termina también con la presencia del demonio, con la victoria de Dios sobre el demonio. Podemos hacernos la pregunta: “¿vigilo sobre mí, sobre mi corazón, sobre mis sentimientos, sobre mis pensamientos? ¿Custodio el tesoro de la gracia? ¿Custodio la presencia del Espíritu Santo en mí? ¿O dejo las cosas así, seguro, creyendo que todo está bien?”. Si tú no te custodias, viene aquel que es más fuerte que tú. Pero si llega uno más fuerte que él y lo vence, le quita las armas en las que confiaba y reparte el botín. ¡La vigilancia! Pero, tres criterios, ¡eh! No hay que confundir la verdad. Jesús lucha contra el demonio: primer criterio. Segundo criterio: quien no está con Jesús, está en contra de Jesús. No hay posiciones a medias. Tercer criterio: la vigilancia sobre nuestro corazón, porque el demonio es astuto. ¡Jamás ha sido expulsado para siempre! Sólo el último día lo será… Vigilancia, porque la estrategia del demonio es ésta: “Te has convertido en cristiano, va adelante en la fe, te dejo, te dejo tranquilo. Pero luego, cuando te has acostumbrado, y no vigilas tanto, y te sientes seguro, yo regreso”. El Evangelio de hoy comienza con el demonio expulsado y el demonio ¡que regresa! San Pedro lo decía: «Es como un león feroz, que da vueltas a nuestro alrededor». Es así. “Pero, Padre, ¡usted es un poco anticuado! Nos asusta con estas cosas”… No, ¡yo no! ¡Es el Evangelio! Y no son mentiras: ¡es la Palabra del Señor! Pidamos al Señor la gracia de tomar en serio estas cosas. Él ha venido a luchar por nuestra salvación. ¡Él ha vencido al demonio! Por favor, ¡no negociemos con el demonio! Él trata de volver a la casa, de tomar posesión de nosotros… No relativizar, ¡vigilar! ¡Y siempre con Jesús!

Breve meditación personal

– (Haz silencio en tu interior y pregúntate:)

1.- ¿Qué me dice el evangelio que he leído?

2.- ¿Cómo ilumina mi vida?

3.- ¿Qué tengo que cambiar para ser más como Jesús?

4.-¿Qué me falta para ser más como Él?

Acción de gracias y peticiones personales

Te agradezco, Señor, por este momento de oración, y por tu presencia en mi vida. Quiero vivir completamente entregado a Ti. Ayúdame a luchar contra las insidias del enemigo, y a ser coherente con el camino que Tú me llamas a vivir, aceptando siempre las alegrías y cruces que vendrán en el camino.

Amén.

– (Si quieres, puedes pedirle al Señor por tus intenciones).

 – Reza un Padre Nuestro, un Ave María y un Gloria…

Consagración a María

–  Termina esta oración rezándole a María:

Salve, Reina de los Cielos y Señora de los Ángeles;
salve raíz, salve puerta, que dio paso a nuestra luz.

Alégrate, Virgen gloriosa, entre todas la más bella;
salve, agraciada doncella, ruega a Cristo por nosotros. Amén.

+  En el nombre del Padre y, del Hijo, y del Espíritu Santo: Amén.

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