Oración del lunes
“Señor, baja antes que mi hijo se muera”. “Vuelve a tu casa, tu hijo vive”
+ En el nombre del Padre, y del Hijo, y del Espíritu Santo. Amén.
Oración inicial
Señor, reconozco tu amor por mí. Sé que me cuidas y acompañas siempre, y por eso quiero pedirte al comenzar esta oración, que me ayudes a abrir mi mente y corazón a la escucha de tu palabra, para que así pueda día a día seguir creciendo en la fe y en el amor a Ti y a mis hermanos.
Acto penitencial
– (Hago en silencio un breve examen de conciencia de mi último día).
Señor, con inmensa confianza me pongo ante Ti, reconociéndome necesitado de tu perdón, de tu misericordia. Renuévame Señor las fuerzas en mi combate contra mi pecado, y lléname de amor y de esperanza en el hacia la santidad, muy en especial en este tiempo en que me preparo para celebrar tu pasión, muerte y resurrección.
Lectura Bíblica según el Evangelio del día: “Yo soy la luz del mundo. El que me sigue no andará en tinieblas, sino que tendrá la luz de la Vida” San Juan 8,12-20.
Jesús les dirigió una vez más la palabra, diciendo: “Yo soy la luz del mundo. El que me sigue no andará en tinieblas, sino que tendrá la luz de la Vida”. Los fariseos le dijeron: “Tú das testimonio de ti mismo: tu testimonio no vale”. Jesús les respondió: “Aunque yo doy testimonio de mí, mi testimonio vale porque sé de dónde vine y a dónde voy; pero ustedes no saben de dónde vengo ni a dónde voy. Ustedes juzgan según la carne; yo no juzgo a nadie, y si lo hago, mi juicio vale porque no soy yo solo el que juzga, sino yo y el Padre que me envió. En la Ley de ustedes está escrito que el testimonio de dos personas es válido. Yo doy testimonio de mí mismo, y también el Padre que me envió da testimonio de mí”. Ellos le preguntaron: “¿Dónde está tu Padre?”. Jesús respondió: “Ustedes no me conocen ni a mí ni a mi Padre; si me conocieran a mí, conocerían también a mi Padre”. El pronunció estas palabras en la sala del Tesoro, cuando enseñaba en el Templo. Y nadie lo detuvo, porque aún no había llegado su hora.
Lectura espiritual breve
Profundicemos ayudados por San Agustín de Hipona:
Los fariseos le dijeron: “tú das testimonio de ti mismo y tu testimonio no vale”… Jesús les respondió: “sí, yo doy testimonio de mí mismo y mi testimonio es válido, porque sé de dónde vengo y a donde voy”. La luz muestra los objetos que alumbra, y al mismo tiempo se muestra a ella misma… “Yo sé de dónde vengo y a donde voy.”
El que está delante de vosotros y el que habla posee lo que no dejó: viniendo aquí abajo, no dejó el cielo, y regresando allí, no nos abandonó… Esto es imposible para el hombre, esto es imposible para el mismo sol: cuando se dirige hacia occidente, abandona oriente y, hasta que regresa a oriente, no está allí más. Pero nuestro Señor Jesucristo, viene sobre tierra y está en el cielo; regresa al cielo, y está sobre tierra…
San Pedro escribe: “Así tenemos más confirmada la palabra de los profetas, y hacéis muy bien en prestarle atención, como una lámpara que brilla en un lugar oscuro, hasta que despunte el día” (2P 1,19). Cuando venga nuestro Señor, según las palabras del apóstol Pablo, “Él iluminará lo que esconden las tinieblas” (1Co 4,5)… Ante tal luz, las antorchas no nos serán necesarias: no leeremos más a los profetas, no abriremos más las epístolas de los apóstoles, no pediremos más el testimonio de Juan Bautista, no necesitaremos más el Evangelio.
Todas las Escrituras, que nos sirvieron de antorchas en medio de la noche de nuestro mundo, desaparecerán… ¿Qué veremos?… “En el principio existía el Verbo, y el Verbo estaba junto a Dios, y el Verbo era Dios” (Jn 1,1). Vendrás a sacar de la fuente de donde surgió el rocío que te fue dado, de donde salieron estos rayos quebrantados que llegaban dando mil rodeos hasta tu corazón envuelto con tinieblas. Verás al descubierto la luz misma… “Lo que un día seremos aún no se ha manifestado. Sabemos que, cuando él se manifieste, seremos semejantes a él, porque lo veremos tal cual es” (1Jn 3,2)… Yo, yo voy a dejar este libro; fue bueno gozar de su luz juntos, pero aunque no lo tengamos, no perdemos esta luz.
Breve meditación personal
– (Haz silencio en tu interior y pregúntate:)
1.- ¿Qué me dice el evangelio que he leído?
2.- ¿Cómo ilumina mi vida?
3.- ¿Qué tengo que cambiar para ser más como Jesús?
4.- ¿Qué me falta para ser más como Él?
Acción de gracias y peticiones personales
Muchas gracias Jesús por este momento de encuentro contigo. Gracias por mostrarme que Tú eres la Luz que ilumina mi vida y mi caminar. Te pido que yo jamás me aleje de Ti cayendo en las tinieblas, para que viviendo según tu Palabra, pueda yo también llevar a muchos al calor de tu luz de vida.
Amén
– (Si quieres, puedes pedirle al Señor por tus intenciones).
– Reza un Padre Nuestro, un Ave María y un Gloria…
Consagración a María
– Pidámosle a María que nos acompañe siempre:
Santa María,
Madre del Señor Jesús y nuestra,
obténnos la presencia vivificante
del Espíritu,
y la gracia de andar siempre
por los caminos de Dios.
+ En el nombre del Padre, y del Hijo, y del Espíritu Santo. Amén.