MIVIDAENXTO

Oración del lunes: “Yo soy el buen Pastor. El buen Pastor da su vida por las ovejas”

+  En el nombre del Padre, y del Hijo, y del Espíritu Santo. Amén.

Oración inicial

Señor bueno, Tú me invitas continuamente a ser tu amigo. Te pido que me acompañes en este momento de oración y que me concedas el don de la fe para creer en Ti y poder así realizar tu Plan en mi vida.

Acto penitencial

– (Hago en silencio un breve examen de conciencia de mi último día).

Señor, reconozco mi falta de fe. Reconozco que a pesar de mi sincero deseo de seguirte, muchas veces me cuesta creer en Ti y en tus Promesas. Sana mi corazón herido y aliéntame con tu gracia.

Lectura Bíblica según el Evangelio del día: “Yo soy el buen Pastor. El buen Pastor da su vida por las ovejas” (Jn 10, 11-18)

En aquel tiempo, dijo: «Yo soy el buen Pastor. El buen Pastor da la vida por las ovejas; el asalariado, que no es pastor ni dueño de las ovejas, ve venir al lobo, abandona las ovejas y huye; y el lobo hace estragos y las dispersa; y es que a un asalariado no le importan las ovejas. Yo soy el buen Pastor, que conozco a las mías, y las mías me conocen, igual que el Padre me conoce, y yo conozco al Padre; yo doy mi vida por las ovejas. Tengo, además, otras ovejas que no son de este rebaño, tam­bién a esas las tengo que traer, y escucharán mi voz, y habrá un solo rebaño, un solo Pastor. Por esto me ama el Padre, porque yo entrego mi vida para poder recuperarla. Nadie me la quita, sino que yo la entrego libremente. Tengo poder para entregarla y tengo poder para recuperarla: este mandato he recibido de mi Padre»

Lectura espiritual breve

Meditemos estas palabras:

Con esta figura el Señor Jesús nos revela algo muy profundo de sí mismo. Él es nuestro Pastor y da su vida por nosotros. Es tal el amor que nos tiene, que se sacrifica a sí mismo para que nosotros tengamos la vida verdadera, y esa vida en abundancia (ver Jn 10,10). A diferencia del que cuida ovejas por dinero (el asalariado), el pastor bueno no huye cuando viene el lobo. A diferencia del asalariado, el pastor verdadero conoce a sus ovejas y sus ovejas lo conocen a él. Al asalariado, en cambio, no le interesan las ovejas.

¡Qué gran lección del Señor! Y nos pone una comparación que debe hacernos pensar mucho: “como el Padre me conoce y Yo conozco al Padre, así conozco Yo a mis ovejas y mis ovejas me conocen a Mí” (ver Jn 10,14-15). Palabras muy profundas que llevan a preguntarnos sobre nuestra relación personal con Jesús. Él nos conoce a profundidad. Y nosotros, ¿qué tanto le conocemos? En este sentido, San Juan Pablo II les decía en una ocasión a los jóvenes: «¡Aprended a conocer a Cristo y dejaos conocer por Él! (…) Estad seguros de que Él conoce a cada uno de vosotros más que cuanto cada uno de vosotros se conoce a sí mismo. Conoce, porque ha dado su vida (ver Jn 15, 13). Permitidle que os encuentre. A veces el hombre, el joven, se descarría en sí mismo, en el mundo que lo circunda, entre toda la maraña de las cosas humanas que lo envuelven. Permitid a Cristo que os encuentre. Que conozca todo de vosotros. ¡Que os guíe! Es verdad que para seguir a uno, hay al mismo tiempo que exigirse a sí mismo; tal es la ley de la amistad. Si queremos andar juntos tenemos que estar atentos al camino que hemos de recorrer. Si nos movemos sobre la montaña, conviene seguir las señales. Si escalamos una montaña, no podemos dejar la cuerda. Hay ante todo que conservar la unión con el Amigo divino que tiene por nombre Jesucristo. Hay que colaborar con Él»

Breve meditación personal

– (Haz silencio en tu interior y pregúntate:)

1.-  ¿Qué busco cuando me acerco al Señor?

2.- ¿Tengo mi mirada puesta en esa vida eterna que el Señor me ha prometido?

3.- ¿Qué significa que mis actos tengan peso de eternidad?

Acción de gracias y peticiones personales

Gracias Jesús pues me invitas a creer en Ti y me prometes que así se realizará en mí la obra del Padre. Te pido que me fortalezcas con tu Espíritu para caminar siempre por tus senderos.

Amén

– (Si quieres, puedes pedirle al Señor por tus intenciones).

 – Reza un Padre Nuestro, un Ave María y un Gloria…

Consagración a María

–  Pidámosle a María que nos acompañe siempre:

¡Oh Señora mía, oh Madre mía!,
yo me entrego del todo a Ti
y en prueba de mi afecto,
con amor filial te consagro en este día
todo lo que soy,
todo lo que tengo.Guarda y protege,
y también defiendea este hijo tuyo,
que así sea. Amén.

+  En el nombre del Padre, y del Hijo, y del Espíritu Santo. Amén.

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