Oración del lunes: “Se le acercó un centurión, rogándole”

Oración del lunes

“Se le acercó un centurión, rogándole”

 centurion

+  En el nombre del Padre y, del Hijo, y del Espíritu Santo: Amén.

Oración inicial

Señor Jesús, comenzamos el tiempo de adviento esperando tu venida. Te pido que me ayudes a profundizar en tu Palabra, para que mi interior se vaya preparando poco a poco, y así recibirte con un corazón abierto y limpio, como fueron los brazos de tu Madre en el pesebre de Belén.

Acto penitencial

– (Hago en silencio un breve examen de conciencia de mi último día).

Señor, reconozco que soy un pecador y he faltad contra Ti. Te pido perdón y me acojo a tu misericordia. Ayúdame a confiar en tu corazón benévolo que siempre perdona a quien en verdad se arrepiente. Y así pueda renovarme en la lucha por alcanzar la santidad.

Lectura Bíblica según el Evangelio del día: “Se le acercó un centurión, rogándole” San Mateo 8,5-11

Al entrar en Cafarnaún, se le acercó un centurión, rogándole”: “Señor, mi sirviente está en casa enfermo de parálisis y sufre terriblemente”. Jesús le dijo: “Yo mismo iré a curarlo”. Pero el centurión respondió: “Señor, no soy digno de que entres en mi casa; basta que digas una palabra y mi sirviente se sanará. Porque cuando yo, que no soy más que un oficial subalterno, digo a uno de los soldados que están a mis órdenes: ‘Ve’, él va, y a otro: ‘Ven’, él viene; y cuando digo a mi sirviente: ‘Tienes que hacer esto’, él lo hace”. Al oírlo, Jesús quedó admirado y dijo a los que lo seguían: “Les aseguro que no he encontrado a nadie en Israel que tenga tanta fe. Por eso les digo que muchos vendrán de Oriente y de Occidente, y se sentarán a la mesa con Abraham, Isaac y Jacob, en el Reino de los Cielos.

Lectura espiritual breve

Reflexiona en las palabras de San Ambrosio:

Escuchaste la voz del Verbo, la Palabra de Dios… Levántate, y por la oración prepara el fondo de tu alma. Desde abajo tiende hacia las alturas, esfuérzate por abrir la puerta de tu corazón. Cuando extiendas las manos hacia Cristo, tus acciones exhalarán el perfume de la fe… Cristo te ha deseado y te ha escogido. El entra en tí sin obstáculo, no puede fallar, el que prometió que entraría. ¡Abraza al que has buscado! (Cant 3,4). ¡Acércate a él y te iluminará! (Sal 33,6) ¡Retenlo, pídele que no te abandone tan presto, suplícale que no se aleje! En efecto, la palabra de Dios corre rápidamente (Si 43,5), no se deja atrapar por la indolencia ni retener por la pereza. Que tu alma, tan pronto la llame, salga a su encuentro y persevere en el camino trazado por la palabra celestial, porque pasa rápidamente… No pienses, que si se fue tan rápido, es porque le desagradaste llamándolo, implorándole, abriéndole: a menudo permite que seamos probados. Cuando la muchedumbre le rogaba que no se marchara, ¿qué dice Él en el Evangelio? “Hace falta que anuncie la palabra de Dios en otras ciudades, porque para esto he sido enviado ” (Lc 4,43). Entonces, aunque parezca que se haya ido, sigue buscando (cf Ct 5,6)… El que busca así a Cristo, el que lo implora de este modo, nunca es abandonado por él; al contrario, viene a visitarlo a menudo, porque está con nosotros hasta el fin del mundo (Mt 28,20).

Breve meditación personal

– (Haz silencio en tu interior y pregúntate:)

1.- ¿Qué me dice el evangelio que he leído?

2.- ¿Cómo ilumina mi vida?

3.- ¿Qué tengo que cambiar para ser más como Jesús?

4.- ¿Qué me falta para ser más como Él?

Acción de gracias y peticiones personales

Buen Señor, Tú que te has hecho uno de nosotros, no dejes que mi corazón deje de buscarte. Sólo Tú puedes responder a mis más profundos y personales interrogantes. Nadie me conoce tanto como Tú, y nadie puede obrar en mí como Tú. No me dejes, apura tu venida y ven a nuestro encuentro que mi corazón anhela tu venida.

Amén.

– (Si quieres, puedes pedirle al Señor por tus intenciones).

 – Reza un Padre Nuestro, un Ave María y un Gloria…

Consagración a María

–  Termina esta oración rezándole a María:

Bajo tu amparo nos acogemos,
Santa Madre de Dios;
no deseches las oraciones
que te dirigimos
en nuestras necesidades,
antes bien
líbranos de todo peligro,
¡oh Virgen gloriosa y bendita!
Amén.

+  En el nombre del Padre y, del Hijo, y del Espíritu Santo: Amén.

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