+ En el nombre del Padre, y del Hijo, y del Espíritu Santo. Amén.
Oración inicial
Señor Jesús, te doy gracias por este momento de oración. Tú sabes que quiero confiar cada vez más en Ti. Ayúdame a escucharte en el Evangelio. Que tu palabra, Señor, ilumine mi vida y me ayude a caminar siempre por el camino que Tú me muestras.
Acto penitencial
– (Hago en silencio un breve examen de conciencia de mi último día).
Señor, te pido perdón por las veces en que me he alejado de Ti. Soy frágil y pecador, lo reconozco con humildad. Me arrepiento de mis faltas y pecados y te prometo esforzarme por no volver a cometerlos nuevamente. Sé que cuento con tu gracia y que nunca me abandonas. Gracias por tu perdón y por amarme tanto.
Lectura Bíblica: Jn 16,29-33
Los discípulos le dijeron: «Ahora sí que hablas con claridad, sin usar parábolas. Ahora vemos que lo sabes todo y no hay por qué hacerte preguntas. Ahora creemos que saliste de Dios». Jesús les respondió: «¿Ustedes dicen que creen? Está llegando la hora, y ya ha llegado, en que se dispersarán cada uno por su lado y me dejarán solo. Aunque no estoy solo, pues el Padre está conmigo. Les he hablado de estas cosas para que tengan paz en mí. Ustedes encontrarán la persecución en el mundo. Pero, ánimo, yo he vencido al mundo».
Lectura espiritual breve
Lee este texto del Padre Juan José Paniagua:
Cuando leemos los Evangelios parece como si las Escrituras se esforzaran en mostrarnos tantas veces los defectos de los apóstoles. Los Evangelios nos cuentan que los apóstoles eran necios, muchas veces no creían, se ponían a discutir entre ellos por el camino, uno negó a Jesús, el otro lo traicionó, etc. Y cabría preguntarse, ¿por qué Jesús escogió a hombres tan pecadores e imperfectos para confiarles uno de sus legados más preciados: la Iglesia? La respuesta es clara: porque así somos los miembros de la Iglesia. Somos pecadores, con debilidades, con imperfecciones. Así somos todos los seres humanos. Una Iglesia constituida por hombres perfectos, no existe. Porque lo que hace grande a la Iglesia no es la perfección de sus miembros, sino que Cristo está en Ella, la anima y la hace santa con su presencia.
En el Evangelio de hoy vemos una vez más que los apóstoles no entendían bien todavía cómo eran las cosas. Le dicen a Jesús, poco antes de que comience su Pasión: “Ahora sí que hablas claro… por eso creemos”. Jesús los va a cuestionar: “¿Ahora creéis?” ¿Creen que ahora sí tienen una fe sólida? No es así, ahora que empiecen los problemas van a ver cómo me van a abandonar. Pero ánimo, (aquí viene lo interesante) en mi encontraréis la paz, “Yo he vencido al mundo”.
Ése es el gran mensaje que Jesús nos deja hoy. Nosotros también somos pecadores y necios como los apóstoles. Creemos que muchas veces ya lo sabemos todo. Pero nuestra grandeza no está en lo perfectos que seamos, sino en que a pesar de nuestras debilidades, sea Jesús quien reine, sea Él el centro de nuestras vidas. En eso consiste la paz que Jesús ha venido a traernos.
Breve meditación personal
Haz silencio en tu interior y pregúntate:
1.- ¿Te desanimas, pierdes las paz con tus errores y caídas? ¿Aceptas tus faltas con humildad y esperanza?
2.- ¿Buscas a Cristo en los momentos difíciles? ¿Confías en Dios y acudes a buscarlo?
Acción de gracias y peticiones personales
Gracias Jesús por este momento de oración. Gracias por estar conmigo y por ser mi fortaleza. Yo sé que de Ti viene la paz verdadera y que si estoy contigo podré superar todas las pruebas y sufrimientos que encuentre en mi camino. Ayúdame a buscarte siempre y confiar plenamente en Ti. Amén.
(Si quieres, puedes pedirle al Señor por tus intenciones).
Reza un Padre Nuestro, un Ave María y un Gloria…
Consagración a María
Pidámosle a María que nos acompañe siempre:
Santa María, Madre del Señor Jesús y nuestra, obtennos la presencia vivificante del Espíritu, y la gracia de andar siempre por los caminos de Dios. Amén.
+ En el nombre del Padre, y del Hijo, y del Espíritu Santo. Amén.