Oración del lunes
“No juzguen, para no ser juzgados”
+ En el nombre del Padre y, del Hijo, y del Espíritu Santo: Amén.
Oración inicial
Buen Jesús, gracias por esta Semana que comienza. Gracias por salir a mi encuentro y ayudarme a empezarla contigo. Te pido Señor que pueda escuchar tu Palabra de Vida, y dejándo que Ella actúe en mi corazón, pueda convertirme cada día en un discípulo más plenamente tuyo y así anunciar tu Reino al mundo entero.
Acto penitencial
– (Hago en silencio un breve examen de conciencia de mi último día).
Señor Jesús, a Ti que te hiciste hombre no para juzgarnos, sino para reconciliarnos con tu amor, te pido perdón por todos mis pecados y omisiones. Yo se que soy débil y pecador, pero sé también, que para quién se confía en Ti, todo le es posible. Por eso Señor pongo en Ti toda mi confianza y te ruego que me ayudes a luchar con fortaleza y radicalidad contra la tentación y contra todo mal. Gracias Señor.
Lectura bíblica del Evangelio del día: “No juzguen, para no ser juzgados” (San Mateo 7,1-5)
No juzguen, para no ser juzgados. Porque con el criterio con que ustedes juzguen se los juzgará, y la medida con que midan se usará para ustedes. ¿Por qué te fijas en la paja que está en el ojo de tu hermano y no adviertes la viga que está en el tuyo? ¿Cómo puedes decirle a tu hermano: ‘Deja que te saque la paja de tu ojo’, si hay una viga en el tuyo? Hipócrita, saca primero la viga de tu ojo, y entonces verás claro para sacar la paja del ojo de tu hermano.
Lectura espiritual breve
(Lee este texto del Papa Benedicto XVI que te ayudará a profundizar el sentido del Evangelio.)
«Jesús, en cambio, está “lleno de gracia y de verdad”: Él sabe lo que hay en el corazón del hombre, quiere condenar el pecado, pero salvar al pecador, y desenmascarar la hipocresía. […] “Olvido lo que dejé atrás y me lanzo a lo que está por delante, corriendo hacia la meta, para alcanzar el premio a que Dios me llama desde lo alto en Cristo Jesús”. Dios desea para nosotros solo el bien y la vida. Él provee a la salud de nuestra alma por medio de sus ministros, liberándolos del mal con el Sacramento de la Reconciliación, para que ninguno se pierda, sino que todos tengan la manera de convertirse. […] Queridos amigos, aprendamos del Señor Jesús a no juzgar y a no condenar al prójimo. Aprendamos a ser intransigentes con el pecado – ¡empezando por el nuestro! – e indulgentes con las personas. Que nos ayude en esto la Santa Madre de Dios que, exenta de toda culpa, es mediadora de gracia para todo pecador arrepentido» (Benedicto XVI, 21 de marzo de 2010).
Breve meditación personal
– (Haz silencio en tu interior y pregúntate:)
1.- ¿Qué me dice el evangelio que he leído?
2.- ¿Cómo ilumina mi vida?
3.- ¿Qué tengo que cambiar para ser más como Él?
4.- ¿Qué me falta para ser más como Él?
Acción de gracias y peticiones
Gracias Buen Señor. Gracias por tu reconciliación y por el amor que me tienes. Tú que no viniste a juzgarme, ni ha mirar mi indignidad, sino que te hiciste hombre y moriste para reconciliarme, ayúdame a vivir auténticamente la caridad cristiana, y a que jamás falte a la caridad contra mi hermano.
Amén.
– (Si quieres, puedes hacer pedirle al Señor por tus intenciones).
– Reza un Padre Nuestro, un Ave María y un Gloria...
Consagración a María
– Termina esta oración rezándole a Santa María.
¡Cuando Tú estás junto a mí
me siento confiado y seguro.
Tu auxilio maternal
me hace experimentar
el calor de tu ternura.
Acompáñame siempre,
¡oh Santísima!
Nunca te alejes de mí,
incluso cuando yo
me muestre ingrato;
apelo a tu comprensión
y perdón de Madre.
Tu dulce perseverancia
será siempre
un ardoroso ejemplo
y un aliciente para mi fidelidad.
Amén.
+ En el nombre del Padre y, del Hijo, y del Espíritu Santo: Amén.