+ En el nombre del Padre y, del Hijo, y del Espíritu Santo: Amén.
Oración inicial
Señor, me pongo en tu presencia para pedirte que aumentes mi fe y pueda así profundizar en tu Palabra de Vida, y para que esta oración me permita entrar en comunión de amor contigo.
Acto penitencial
– (Hago en silencio un breve examen de conciencia de mi último día).
Señor, Dios de Amor y Misericordia, reconozco mi debilidad y te pido perdón por mis pecados. Me acojo a tu bondad y te ruego me concedas la gracia que me permita avanzar en mi camino de conversión personal.
Lectura Bíblica según el Evangelio del día: “Les aseguro que esta pobre viuda ha dado más que nadie” (Lc 21, 1-4).
Después, levantando los ojos, Jesús vio a unos ricos que ponían sus ofrendas en el tesoro del Templo. Vio también a una viuda de condición muy humilde, que ponía dos pequeñas monedas de cobre, y dijo: “Les aseguro que esta pobre viuda ha dado más que nadie. Porque todos los demás dieron como ofrenda algo de lo que les sobraba, pero ella, de su indigencia, dio todo lo que tenía para vivir”.
Lectura espiritual breve
Meditemos en el Evangelio ayudados por el Papa Emérito:
La viuda del Evangelio, al igual que la del Antiguo Testamento, lo da todo, se da a sí misma, y se pone en las manos de Dios, por el bien de los demás. Este es el significado perenne de la oferta de la viuda pobre, que Jesús exalta porque da más que los ricos, quienes ofrecen parte de lo que les sobra, mientras que ella da todo lo que tenía para vivir, y así se da a sí misma.[..] A Dios le bastó el sacrificio de Jesús, ofrecido “una sola vez”, para salvar al mundo entero, porque en esa única oblación está condensado todo el amor del Hijo de Dios hecho hombre, como en el gesto de la viuda se concentra todo el amor de aquella mujer a Dios y a los hermanos: no le falta nada y no se le puede añadir nada. La Iglesia, que nace incesantemente de la Eucaristía, de la entrega de Jesús, es la continuación de este don, de esta sobreabundancia que se expresa en la pobreza, del todo que se ofrece en el fragmento. (S.S.Benedicto XVI)
Breve meditación personal
– (Haz silencio en tu interior y pregúntate:)
1.- ¿Qué me dice el evangelio que he leído?
2.- ¿Cómo ilumina mi vida?
3.- ¿Qué tengo que cambiar para ser más como Jesús?
4.- ¿Qué me falta para ser más como Él?
Acción de gracias y peticiones personales
Señor Dios Padre Eterno, te agradezco por este momento de oración porque me llenas de bendiciones y me das la fuerza del Santo Espíritu para encaminarme hacia el encuentro pleno con el dulce Jesús, tu Hijo.
Amén.
– (Si quieres, puedes pedirle al Señor por tus intenciones).
– Reza un Padre Nuestro, un Ave María y un Gloria…
Consagración a María
– Termina esta oración rezándole a María:
¡Oh Señora mía, oh Madre mía!,
yo me entrego del todo a Ti,
y en prueba de mi filial afecto,
te consagro en este día
mis ojos, mis oídos, mi lengua y mi corazón,
en una palabra, todo mi ser,
ya que soy todo tuyo,
¡oh Madre de bondad!,
guárdame y protégeme como hijo tuyo. Amén.
+ En el nombre del Padre y, del Hijo, y del Espíritu Santo: Amén.