Oración del lunes: “Hombre, tus pecados te son perdonados”

Oración del lunes

“Hombre, tus pecados te son perdonados”

 paralitico

+  En el nombre del Padre y, del Hijo, y del Espíritu Santo: Amén.

Oración inicial

Señor Jesús, Tú que te has hecho hombre para salvarnos, ayúdame a disponerme interiormente para escuchar tu Palabra y hacerla vida en mí.

Acto penitencial

– (Hago en silencio un breve examen de conciencia de mi último día).

Señor, reconozco que soy un pecador y he faltado contra Ti. Te pido perdón y me acojo a tu misericordia. Ayúdame a confiar en tu corazón benévolo que siempre perdona a quien en verdad se arrepiente. Que así, además, pueda renovarme en la lucha por alcanzar la santidad.

Lectura Bíblica según el Evangelio del día: «Hombre, tus pecados te son perdonados» (Lc 5,17-26)

Un día, mientras Jesús enseñaba, había entre los presentes algunos fariseos y doctores de la Ley, llegados de todas las regiones de Galilea, de Judea y de Jerusalén. La fuerza del Señor le daba poder para curar. Llegaron entonces unas personas transportando a un paralítico sobre una camilla y buscaban el modo de entrar, para llevarlo ante Jesús. Como no sabían por dónde introducirlo a causa de la multitud, subieron a la terraza y, desde el techo, lo bajaron con su camilla en medio de la concurrencia y lo pusieron delante de Jesús. Al ver su fe, Jesús le dijo: «Hombre, tus pecados te son perdonados». Los escribas y los fariseos comenzaron a preguntarse: «¿Quién es este que blasfema? ¿Quién puede perdonar los pecados, sino sólo Dios?». Pero Jesús, conociendo sus pensamientos, les dijo: «¿Qué es lo que están pensando? ¿Qué es más fácil decir: “Tus pecados están perdonados”, o “Levántate y camina”?. Para que ustedes sepan que el Hijo del hombre tiene sobre la tierra el poder de perdonar los pecados —dijo al paralítico— yo te lo mando, levántate, toma tu camilla y vuelve a tu casa». Inmediatamente se levantó a la vista de todos, tomó su camilla y se fue a su casa alabando a Dios. Todos quedaron llenos de asombro y glorificaban a Dios, diciendo con gran temor: «Hoy hemos visto cosas maravillosas».

Lectura espiritual breve

Lee con atención la siguiente reflexión:

Hoy el Evangelio nos invita a adoptar una actitud activa en nuestra vida: ayudar a los demás a que se encuentren con Jesús. Porque el mayor sufrimiento que padece el hombre no es el físico, sino la ausencia de Dios. Son tantos que buscan a Dios sin darse cuenta, y no saben dónde encontrarlo. Tantos que viven en la ignorancia, en la duda o la soledad. Algunos que viven desesperanzados o que, peor aún, creen tenerlo todo y por lo tanto piensan no necesitar de Dios. ¿Somos de los que estamos ahí para ayudar a llevar al enfermo en su camilla y ponerlo a los pies del Señor, que es quien nos cura? ¿Vivimos comprometidos con el hermano que nos necesita? Salgamos de nuestra comodidad, dejemos de buscar sólo nuestro bienestar y así podremos llevar a muchos al encuentro con Cristo. Así podremos ayudar a comprender que el Adviento no es sólo una celebración que se repite todos los años, sino que es un acontecimiento nuevo, que nos permite encontrarnos cada día más intensamente con Jesús. No somos nosotros los que curamos o salvamos, pero podemos poner nuestro pequeño grano de arena si ayudamos a nuestros hermanos a que se acerquen un poco más a Jesús, el médico que nos salva. Así ayudamos a que cada día haya más alegría y esperanza en el mundo que nos rodea.

Breve meditación personal

– (Haz silencio en tu interior y pregúntate:)

1.- ¿Qué me dice el evangelio que he leído?

2.- ¿Cómo ilumina mi vida?

3.- ¿Qué tengo que cambiar para ser más como Jesús?

4.- ¿Qué me falta para ser más como Él?

Acción de gracias y peticiones personales

Buen Señor, Tú que te hiciste hombre para curarnos de todos nuestro males, ayúdame a cooperar con tu gracia para que, como el paralítico, me ponga de pie a pesar de todas mis faltas y pueda alcanzar algún día la santidad.

Amén.

– (Si quieres, puedes pedirle al Señor por tus intenciones).

 – Reza un Padre Nuestro, un Ave María y un Gloria…

Consagración a María

–  Termina esta oración rezándole a María:

Bajo tu amparo nos acogemos,
Santa Madre de Dios;
no deseches las oraciones
que te dirigimos
en nuestras necesidades,
antes bien
líbranos de todo peligro,
¡oh Virgen gloriosa y bendita!
Amén.

+  En el nombre del Padre y, del Hijo, y del Espíritu Santo: Amén.

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