Oración del lunes
“Esta es una generación malvada. Pide un signo y no le será dado otro que el de Jonás”
+ En el nombre del Padre y, del Hijo, y del Espíritu Santo: Amén.
Oración inicial
Te doy gracias Jesús porque me permites tener este momento de oración. Quiero conocerte cada vez más, profundizar en tu Palabra, escucharte y seguirte. Dame la luz y la gracia que necesito para poder hacerlo.
Acto penitencial
– (Hago en silencio un breve examen de conciencia de mi último día).
Aunque me cueste tengo que reconocer que soy frágil y pecador. ¡Cuántas veces me dejo llevar por las ocasiones y soy negligente en el rechazo de las tentaciones! Sin embargo, Tú siempre estás esperándome con los brazos abiertos para perdonarme y devolverme a la vida. En ti confío, Señor, y sé que eres todo amor y misericordia.
Lectura Bíblica según el Evangelio del día: “Esta es una generación malvada. Pide un signo y no le será dado otro que el de Jonás” (San Lucas 11,29-32).
Al ver Jesús que la multitud se apretujaba, comenzó a decir: “Esta es una generación malvada. Pide un signo y no le será dado otro que el de Jonás. Así como Jonás fue un signo para los ninivitas, también el Hijo del hombre lo será para esta generación. El día del Juicio, la Reina del Sur se levantará contra los hombres de esta generación y los condenará, porque ella vino de los confines de la tierra para escuchar la sabiduría de Salomón y aquí hay alguien que es más que Salomón. El día del Juicio, los hombres de Nínive se levantarán contra esta generación y la condenarán, porque ellos se convirtieron por la predicación de Jonás y aquí hay alguien que es más que Jonás.
Lectura espiritual breve
Esta meditación te ayuda a profundizar en el Evangelio:
Al profeta Jonás Dios le encomendó predicar en la ciudad de Nínive para que sus habitantes se convirtieran. Tuvo miedo, huyó en un bote y en medio de una violenta tormenta la tripulación lo echa al mar por considerarlo culpable del mal tiempo. Entonces una ballena se lo tragó, permaneció por tres días en su vientre y luego lo expulsó en la orilla. Jonás comprendió que debía volver a Nínive y predicar la Palabra de Dios. Y así lo hizo.
Desde los primero siglos de la Iglesia se vio en la historia de Jonás un símbolo de la Muerte y Resurrección de Jesús. Es más, el mismo Señor Jesús pone la comparación: «Porque de la misma manera que Jonás estuvo en el vientre del cetáceo tres días y tres noches, así también el Hijo del hombre estará en el seno de la tierra tres días y tres noches» (Mt 12,40). En el Evangelio de hoy, el Señor se refiere a Jonás para cuestionar a sus oyentes sobre su sordera a la predicación de la Buena Nueva. Al igual que los habitantes de Nínive, ellos no escuchan la Palabra de Dios. El signo no es ya un profeta, sino el mismo Hijo de Dios que morirá y resucitará. «Será, pues, justo que los habitantes de Nínive se levantaran el día del juicio para condenar a esta generación, porque ellos se convirtieron por la proclamación de un solo profeta naufragado, extranjero, desconocido, mientras que la gente de esta generación, después de tantas obras admirables y prodigios, con todo el esplendor de la Resurrección, no llegaron a acoger la fe ni se convirtieron. Han rechazado creer en el signo mismo de la Resurrección» (San Pedro Crisólogo).
Breve meditación personal
– (Haz silencio en tu interior y pregúntate:)
1.- ¿Qué me dice el evangelio que he leído?
2.- ¿Cómo ilumina mi vida?
3.- ¿Qué tengo que cambiar para ser más como Jesús?
4.- ¿Qué me falta para ser más como Él?
Acción de gracias y peticiones personales
Gracias, Jesús, por este momento de encuentro contigo. Gracias por el don de la fe. Te pido que me ayudes a crecer cada vez más en confianza en Ti y que me fortalezcas con la gracia de tu Resurrección. Amén.
– (Si quieres, puedes pedirle al Señor por tus intenciones).
– Reza un Padre Nuestro, un Ave María y un Gloria…
Consagración a María
– Termina esta oración rezándole a María:
Bajo tu amparo nos acogemos,
Santa Madre de Dios;
no deseches las oraciones
que te dirigimos
en nuestras necesidades,
antes bien
líbranos de todo peligro,
¡oh Virgen gloriosa y bendita!
Amén.
+ En el nombre del Padre y, del Hijo, y del Espíritu Santo: Amén.