Oración del lunes: «El que no nazca de nuevo no puede ver el Reino de Dios»

Oración del lunes

«El que no nazca de nuevo no puede ver el Reino de Dios»

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+ En el nombre del Padre, y del Hijo, y del Espíritu Santo. Amén.

 

Oración inicial

Señor, te pido que esta oración sea un momento de diálogo y encuentro personal contigo. Que meditar en tu palabra me haga experimentar más intensamente tu cercanía y tu preocupación por mí. Te pido que envíes tu Espíritu para que ilumine mi inteligencia y abra mi corazón para acogerte.

 

Acto penitencial

– (Hago en silencio un breve examen de conciencia de mi último día).

Dulce Jesús, Tú me conoces. Es verdad: soy frágil y pecador. Te pido perdón por todas mis faltas, y confío en tu misericordia y tu perdón. Llévate, Señor, mi corazón de piedra y dame un corazón de carne, como el de tu Madre, María, para que pueda así vivir a cada momento el amor.

 

Lectura Bíblica: Jn 3,1-8

Había entre los fariseos un hombre llamado Nicodemo, magistrado judío. Fue éste a Jesús de noche y le dijo: «Rabbí, sabemos que has venido de Dios como maestro, porque nadie puede realizar los signos que tú realizas si Dios no está con él». Jesús le respondió: «En verdad, en verdad te digo: el que no nazca de nuevo no puede ver el Reino de Dios». Le dice Nicodemo: «¿Cómo puede uno nacer siendo ya viejo? ¿Puede acaso entrar otra vez en el seno de su madre y nacer?» Respondió Jesús: «En verdad, en verdad te digo: el que no nazca de agua y de Espíritu no puede entrar en el Reino de Dios. Lo nacido de la carne, es carne; lo nacido del Espíritu, es espíritu. No te asombres de que te haya dicho: Tienen que nacer de nuevo. El viento sopla donde quiere, y oyes su voz, pero no sabes de dónde viene ni a dónde va. Así es todo el que nace del Espíritu».

 

Lectura espiritual breve

Meditemos con estas palabras de Benedicto XVI:

A Nicodemo que, buscando la verdad, va de noche con sus preguntas, Jesús le dice: «El Espíritu sopla donde quiere». Pero la voluntad del Espíritu no es arbitraria. Es la voluntad de la verdad y del bien. Por eso no sopla por cualquier parte, girando una vez por acá y otra vez por allá; su soplo no nos dispersa, sino que nos reúne, porque la verdad une y el amor une. El Espíritu Santo es el Espíritu de Jesucristo, el Espíritu que une al Padre y al Hijo en el Amor que en el único Dios da y acoge. Él nos une de tal manera, que san Pablo pudo decir en cierta ocasión: «Todos vosotros sois uno en Cristo Jesús». El Espíritu Santo, con su soplo, nos impulsa hacia Cristo. El Espíritu Santo actúa corporalmente, no sólo obra subjetivamente, “espiritualmente”. A los discípulos que lo consideraban sólo un “espíritu”, Cristo resucitado les dijo: «Mirad mis manos y mis pies; soy yo mismo. Palpadme y ved que un espíritu —un fantasma— no tiene carne y huesos como veis que yo tengo». Esto vale para Cristo resucitado en cualquier época de la historia.

 

Breve meditación personal

Haz silencio en tu interior y pregúntate:

1.- ¿Qué me dice el evangelio que he leído?

2.- ¿Cómo ilumina mi vida?

3.- ¿Qué tengo que cambiar para ser más como Jesús?

4.- ¿Qué me falta para ser más como Él?

 

Acción de gracias y peticiones personales

Señor, te agradezco de todo corazón que me hayas venido a visitar y me acompañes en este momento. Te pido la gracia de poder acoger estas enseñanzas de la mejor manera para poder anunciarte con toda mi vida. Amén.

(Si quieres, puedes pedirle al Señor por tus intenciones).

Reza un Padre Nuestro, un Ave María y un Gloria…

 

Consagración a María

Pidámosle a María que nos acompañe siempre:

Santa María, Madre del Señor Jesús y nuestra, obtennos la presencia vivificante del Espíritu, y la gracia de andar siempre por los caminos de Dios. Amén.

 

+ En el nombre del Padre, y del Hijo, y del Espíritu Santo. Amén.

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