Oración del jueves
“Ve a reconciliarte con tu hermano”
+ En el nombre del Padre y, del Hijo, y del Espíritu Santo: Amén.
Oración Inicial
Jesús, te agradezco por tener este momento de oración. Tú sales siempre a mi encuentro y buscas acercarme a tu Corazón. Ayúdame a que durante esta oración te abra mi mente y mi corazón, para que tu Palabra me ayude a responder cada vez con más ardor y coherencia a tu amor.
Acto penitencial
– (Hago en silencio un breve examen de conciencia de mi último día).
Señor Bueno, te pido perdón por mis pecados. Así como sé que no soy digno de un amor tan grande como el tuyo, sé también que tu misericordia es infinita. Por eso me acojo Señor a tu perdón y te pido arrepentido que me ayudes a no pecar más contra Ti.
Lectura Bíblica según el Evangelio del día:“Ve a reconciliarte con tu hermano” (San Mateo 5,20-26)
Les aseguro que si la justicia de ustedes no es superior a la de los escribas y fariseos, no entrarán en el Reino de los Cielos.Ustedes han oído que se dijo a los antepasados: No matarás, y el que mata, debe ser llevado ante el tribunal. Pero yo les digo que todo aquel que se irrita contra su hermano, merece ser condenado por un tribunal. Y todo aquel que lo insulta, merece ser castigado por el Sanedrín. Y el que lo maldice, merece la Gehena de fuego. Por lo tanto, si al presentar tu ofrenda en el altar, te acuerdas de que tu hermano tiene alguna queja contra ti, deja tu ofrenda ante el altar, ve a reconciliarte con tu hermano, y sólo entonces vuelve a presentar tu ofrenda. Trata de llegar en seguida a un acuerdo con tu adversario, mientras vas caminando con él, no sea que el adversario te entregue al juez, y el juez al guardia, y te pongan preso. Te aseguro que no saldrás de allí hasta que hayas pagado el último centavo.
Lectura Espiritual breve
–(Lee este texto de San Francisco de Asis que te ayudará a profundizar el sentido del Evangelio).
Y guárdense todos los hermanos de calumniar y de contender de palabra (cf. 2Tim 2,14); más bien, empéñense en callar, siempre que Dios les dé la gracia. Ni litiguen entre sí ni con otros, sino procuren responder humildemente, diciendo: Soy un siervo inútil (cf. Lc 17,10). Y no sean coléricos, porque todo el que se deja llevar de la ira contra su hermano será condenado en juicio; el que dijere a su hermano: Raca, será condenado por la asamblea; el que le dijere: Fatuo, será condenado a la gehena de fuego (Mt 5,22).
Y ámense mutuamente, como dice el Señor: Este es mi mandamiento: que os améis unos a otros como yo os he amado (Jn 15,12). Y muestren con obras (cf. Sant 2,18) el amor que se tienen mutuamente, como dice el apóstol: No amemos de palabra y de boca, sino de obra y de verdad (1Jn 3,18).
Y a nadie insulten (cf. Tit 3,2); no murmuren ni difamen a otros, porque está escrito: Los murmuradores y difamadores son odiosos para Dios (cf. Rom 1,29). Y sean mesurados, mostrando una total mansedumbre para con todos los hombres (cf. Tit 10 – 11 3,2); no juzguen, no condenen. Y, como dice el Señor, no reparen en los pecados más pequeños de los otros (cf. Mt 7,3; Lc 6,41), sino, más bien, recapaciten en los propios en la amargura de su alma (Is 38,15). Y esfuércense en entrar por la puerta angosta (Lc 13,24), porque dice el Señor: Angosta es la puerta, y estrecha la senda que lleva a la vida y son pocos los que la encuentran (Mt 7,14).
Breve meditación personal
– Haz silencio en tu interior y pregúntate:
1.- ¿Qué me dice el evangelio que he leído?
2.- ¿Cómo ilumina mi vida?
3.- ¿Qué tengo que cambiar para ser más como Él?
4.- ¿Qué me falta para ser más como Él?
Acción de gracias y peticiones personales
Gracias, Señor, por este momento de encuentro contigo. Ayúdame a interiorizar el mandamiento del amor, y a poner todo de mi parte para poder vivirlo cada día. Quiero amarte, Dios mío, porque eres lo más importante en mi vida. Y quiero amar a mi prójimo como Tú me enseñas a hacerlo. No permitas que tenga discordias, y si las tengo, ayúdame a superarlas y reconciliarme con mis hermanos.
Amén
– (Si quieres, puedes hacer pedirle al Señor por tus intenciones).
– Reza un Padre Nuestro, un Ave María y un Gloria...
Consagración a María
– Termina esta oración rezándole a María.
Madre del Amor Misericordioso,
bien sabes que tu Hijo,
desde lo alto de la Cruz,
señaló el camino de la piadosa filiación
como aquel que deberíamos recorrer.
Te imploro me obtengas la gracia
de acercarme a tu Inmaculado Corazón,
desde mi propio corazón,
para aprender a amarte
y a honrarte
con el amor
que el Señor Jesús te tiene.
Cuida que este hijo tuyo
ingrese así
en el proceso de amorización
y vea algún día cumplida
la gran esperanza
de verse conformado
con el Salvador.
Amén.
+ En el nombre del Padre y, del Hijo, y del Espíritu Santo: Amén.