Oración del jueves
“Tus pecados te son perdonados”
+ En el nombre del Padre, y del Hijo, y del Espíritu Santo. Amén.
Oración inicial
Señor, Tú eres grande y misericordioso. Tú sales a mi encuentro y pones todo lo necesario para que yo pueda encontrarte. Te pido, Señor, que me ayudes a abrir mi mente y mi corazón en esta oración, para que escuchando tu Palabra, pueda hacerla vida en mí.
Acto penitencial
– (Hago en silencio un breve examen de conciencia de mi último día).
Señor, Dios mío, puesto en tu presencia me doy cuenta de que muchas veces construyo mi vida sobre cosas efímeras, que no tienen valor. Te aparto de mis proyectos, de mis ideales, de mis planes, y me dejo llevar por cosas pasajeras y que en última instancia me dejan vacío. Ayúdame a construir una vida de santidad y felicidad a tu lado, siempre en referencia a ti y tu Plan Divino de Amor.
Lectura Bíblica según el Evangelio del día: “Tus pecados te son perdonados” (San Mateo 9,1-8)
Jesús subió a la barca, atravesó el lago y regresó a su ciudad. Entonces le presentaron a un paralítico tendido en una camilla. Al ver la fe de esos hombres, Jesús dijo al paralítico: “Ten confianza, hijo, tus pecados te son perdonados”. Algunos escribas pensaron: “Este hombre blasfema”. Jesús, leyendo sus pensamientos, les dijo: “¿Por qué piensan mal? ¿Qué es más fácil decir: ‘Tus pecados te son perdonados’, o ‘Levántate y camina’? Para que ustedes sepan que el Hijo del hombre tiene sobre la tierra el poder de perdonar los pecados -dijo al paralítico- levántate, toma tu camilla y vete a tu casa”. El se levantó y se fue a su casa. Al ver esto, la multitud quedó atemorizada y glorificaba a Dios por haber dado semejante poder a los hombres.
Lectura espiritual breve
Lee este texto del Papa Francisco que te ayudará a profundizar el sentido del Evangelio.
Todos nosotros tenemos ‘oscuridades’ en nuestra vida, momentos en los que todo, incluso en nuestra propia conciencia, es oscuro; pero esto no significa caminar en las tinieblas: Andar en las tinieblas significa estar satisfecho de sí mismo, estar convencido de no tener necesidad de salvación. ¡Esas son las tinieblas! Cuando uno va adelante por este camino de las tinieblas, no es fácil volver atrás.
Por eso Juan sigue diciendo, porque quizás este modo de pensar lo ha hecho reflexionar: ‘Si decimos que no hemos pecado, nos engañamos y no somos sinceros’. Miren sus pecados, nuestros pecados: todos somos pecadores, todos… Este es el punto de partida. Pero si confesamos nuestros pecados, Él es fiel, es justo hasta perdonarnos los pecados y purificarnos de toda iniquidad. Y nos presenta – ¿no es verdad? – a aquel Señor tan bueno, tan fiel, tan justo que nos perdona.
Cuando el Señor nos perdona hace justicia sobre todo a Sí mismo, porque Él ha venido para salvarnos y perdonarnos, acogiéndonos con la ternura de un padre hacia los hijos: “El Señor es tierno hacia aquellos que lo temen, hacia aquellos que van hacia Él” y con ternura “nos comprende siempre”, quiere donarnos “aquella paz que solo Él da”.
Breve meditación personal
– (Haz silencio en tu interior y pregúntate:)
1.- ¿Qué me dice el evangelio que he leído?
2.- ¿Cómo ilumina mi vida?
3.- ¿Qué tengo que cambiar para ser más como Jesús?
4.- ¿Qué me falta para ser más como Él?
Acción de gracias y peticiones personales
Te quiero agradecer, Señor, por este momento de oración, y porque me ayudas a tomar conciencia nuevamente de que solo en Ti encontraré la vida nueva. Tú has venido para reconciliarme y para ayudarme a ser un hombre nuevo. Te pido que me obtengas la gracia de tu Santo Espíritu, para que cooperando con ella, pueda ser un fiel discípulo tuyo.
Amén.
– (Si quieres, puedes pedirle al Señor por tus intenciones).
– Reza un Padre Nuestro, un Ave María y un Gloria…
Consagración a María
– Pidámosle a María que nos acompañe siempre:
Madre del Amor Misericordioso,
bien sabes que tu Hijo,
desde lo alto de la Cruz,
señaló el camino de la piadosa filiación
como aquel que deberíamos recorrer.
Te imploro me obtengas la gracia
de acercarme a tu Inmaculado Corazón,
desde mi propio corazón,
para aprender a amarte
y a honrarte con el amor
que el Señor Jesús te tiene.
Cuida que este hijo tuyo
ingrese así
en el proceso de amorización
y vea algún día cumplida
la gran esperanza
de verse conformado
con el Salvador.
Amén.
+ En el nombre del Padre, y del Hijo, y del Espíritu Santo. Amén.