Oración del jueves
“El que cree en el Hijo tiene vida eterna”
+ En el nombre del Padre, y del Hijo, y del Espíritu Santo. Amén.
Oración inicial
Padre Bueno, creo en Jesús, tu Hijo. Creo firmemente que su testimonio es verdadero, que solo Él tiene palabras de vida. Que solo en Él puedo ser feliz, porque solo en Él puedo amar de verdad. Confío, Señor, en que me darás tu gracia para que a través de esta oración pueda acrecentar mi fe, y pueda hacerla vida amando a los demás.
Acto penitencial
– (Hago en silencio un breve examen de conciencia de mi último día).
Señor Jesús, creo, pero a veces dudo. Reconozco que soy pecador. He dudado de tus preceptos y he querido ser feliz sin Ti. Creo, Señor, creo: pero auméntame la fe. Enséname que no hay felicidad auténtica si vivo lejos de Ti.
Lectura Bíblica según el Evangelio del día: «El que cree en el Hijo tiene vida eterna » (Jn 3, 31-36)”
«El que viene de arriba está por encima de todos. El que viene de la tierra pertenece a la tierra y sus palabras son terrenales. El que viene del Cielo, por más que dé testimonio de lo que allí ha visto y oído, nadie acepta su testimonio. El que acepta su testimonio reconoce que Dios es veraz. Porque aquel que Dios ha enviado habla las palabras de Dios, y da el Espíritu sin medida. El Padre ama al Hijo y ha puesto todas las cosas en sus manos. El que cree en el Hijo tiene vida eterna; el que rehúsa creer en el Hijo, no verá la vida, sino que la cólera de Dios permanece sobre él».
Lectura espiritual breve
Lee la breve reflexión:
«Hoy, el Evangelio nos invita a dejar de ser “terrenales”, a dejar de ser hombres que sólo hablan de cosas mundanas, para hablar y movernos como «el que viene de arriba» (Jn 3,31), que es Jesús. En este texto vemos —una vez más— que en la radicalidad evangélica no hay término medio. Es necesario que en todo momento y circunstancia nos esforcemos por tener el pensamiento de Dios, ambicionemos tener los mismos sentimientos de Cristo y aspiremos a mirar a los hombres y las circunstancias con la misma mirada del Verbo hecho hombre. Si actuamos como “el que viene de arriba” descubriremos el montón de cosas positivas que pasan continuamente a nuestro alrededor, porque el amor de Dios es acción continua a favor del hombre. Si venimos de lo alto amaremos a todo el mundo sin excepción, siendo nuestra vida una tarjeta de invitación para hacer lo mismo.
«El que viene de arriba está por encima de todos» (Jn 3,31), por esto puede servir a cada hombre y a cada mujer justo en aquello que necesita; además «da testimonio de lo que ha visto y oído» (Jn 3,32). Y su servicio tiene el sello de la gratuidad. Esta actitud de servir sin esperar nada a cambio, sin necesitar la respuesta del otro, crea un ambiente profundamente humano y de respeto al libre albedrío de la persona; esta actitud se contagia y los otros se sienten libremente movidos a responder y actuar de la misma manera.
Servicio y testimonio siempre van juntos, el uno y el otro se identifican. Nuestro mundo tiene necesidad de aquello que es auténtico: ¿qué más auténtico que las palabras de Dios?, ¿qué más auténtico que quien «da el Espíritu sin medida» (Jn 3,34)? Es por esto que «el que acepta su testimonio certifica que Dios es veraz» (Jn 3,33).
“Creer en el Hijo” quiere decir tener vida eterna, significa que el día del Juicio no pesa encima del creyente porque ya ha sido juzgado y con un juicio favorable; en cambio, «el que rehúsa creer en el Hijo, no verá la vida, sino que la cólera de Dios permanece sobre él» (Jn 3,36)…, mientras no crea».
[Tomado del comentario del Rev. D. Melcior Querol i Solà]
Breve meditación personal
– (Haz silencio en tu interior y pregúntate:)
1.- ¿Qué me dice el evangelio que he leído?
2.- ¿Cómo ilumina mi vida?
3.- ¿Qué tengo que cambiar para ser más como Jesús?
4.- ¿Qué me falta para ser más como Él?
Acción de gracias y peticiones personales
Gracias, Señor, por tu amor. Gracias, Padre Bueno, porque no solo me abres el horizonte de la vida eterna: por tu Hijo me enseñas que puedo ser verdaderamente feliz en la tierra amando, entregándome, sirviendo. Concédeme, Señor, la gracia de vivir la alegría cristiana: la alegría de creer, la alegría de servir, la alegría de anunciarte, la alegría de amar.
Amén
– (Si quieres, puedes pedirle al Señor por tus intenciones).
– Reza un Padre Nuestro, un Ave María y un Gloria…
Consagración a María
– Pidámosle a María que nos acompañe siempre:
Santa María,
Madre del Señor Jesús y nuestra,
obténnos la presencia vivificante
del Espíritu,
y la gracia de andar siempre
por los caminos de Dios.
+ En el nombre del Padre, y del Hijo, y del Espíritu Santo. Amén.