Oración del jueves: “Amen a sus enemigos, hagan el bien a los que los odian”

Oración del jueves

“Amen a sus enemigos, hagan el bien a los que los odian”

+  En el nombre del Padre, y del Hijo, y del Espíritu Santo. Amén.

Oración inicial

Señor, me pongo en tu presencia y te pido que me ayudes a poner toda mi mente y corazón en este momento de oración. Sé que Tú siempre estás conmigo y que los frutos del encuentro contigo son un don de tu amor que yo me esforzaré por atesorar y llevar a la práctica.

Acto penitencial

– (Hago en silencio un breve examen de conciencia de mi último día).

Cuando miro, Señor, mi fragilidad y mi pecado, qué fácil puedo caer en el desaliento. Pero me sostiene la firme esperanza de que tu amor y tu misericordia son siempre más grandes que mi pecado. Eres un Padre amoroso, que me espera con los brazos abiertos para perdonarme. A Ti, Señor, me entrego y en Ti confío.

Lectura Bíblica según el Evangelio del día:  “Amen a sus enemigos, hagan el bien a los que los odian” (San Lucas 6,27-38).

Pero yo les digo a ustedes que me escuchan: Amen a sus enemigos, hagan el bien a los que los odian. Bendigan a los que los maldicen, rueguen por los que los difaman. Al que te pegue en una mejilla, preséntale también la otra; al que te quite el manto, no le niegues la túnica. Dale a todo el que te pida, y al que tome lo tuyo no se lo reclames. Hagan por los demás lo que quieren que los hombres hagan por ustedes. Si aman a aquellos que los aman, ¿qué mérito tienen? Porque hasta los pecadores aman a aquellos que los aman. Si hacen el bien a aquellos que se lo hacen a ustedes, ¿qué mérito tienen? Eso lo hacen también los pecadores. Y si prestan a aquellos de quienes esperan recibir, ¿qué mérito tienen? También los pecadores prestan a los pecadores, para recibir de ellos lo mismo. Amen a sus enemigos, hagan el bien y presten sin esperar nada en cambio. Entonces la recompensa de ustedes será grande y serán hijos del Altísimo, porque él es bueno con los desagradecidos y los malos. Sean misericordiosos, como el Padre de ustedes es misericordioso. No juzguen y no serán juzgados; no condenen y no serán condenados; perdonen y serán perdonados. Den, y se les dará. Les volcarán sobre el regazo una buena medida, apretada, sacudida y desbordante. Porque la medida con que ustedes midan también se usará para ustedes”.

Lectura espiritual breve

Profundicemos en la Palabra de Jesús ayudados por la Constitución Gaudium et Spes:

Quienes sienten u obran de modo distinto al nuestro en materia social, política e incluso religiosa, deben ser también objeto de nuestro respeto y amor. Cuanto más humana y caritativa sea nuestra comprensión íntima de su manera de sentir, mayor será la facilidad para establecer con ellos el diálogo. Esta caridad y esta benignidad en modo alguno deben convertirse en indiferencia ante la verdad y el bien. Más aún, la propia caridad exige el anuncio a todos los hombres de la verdad saludable. Pero es necesario distinguir entre el error, que siempre debe ser rechazado, y el hombre que yerra, el cual conserva la dignidad de la persona incluso cuando está desviado por ideas falsas o insuficientes en materia religiosa. Dios es el único juez y escrutador del corazón humano. Por ello, nos prohíbe juzgar la culpabilidad interna de los demás. La doctrina de Cristo pide también que perdonemos las injurias. El precepto del amor se extiende a todos los enemigos. Es el mandamiento de la Nueva Ley: «Habéis oído que se dijo: “Amarás a tu prójimo y aborrecerás a tu enemigo”. Pero yo os digo : “Amad a vuestros enemigos, haced el bien a los que os odian y orad por lo que os persiguen y calumnian”» (Mt 5,43-44).

 Breve meditación personal

– (Haz silencio en tu interior y pregúntate:)

1.- ¿Qué me dice el evangelio que he leído?

2.- ¿Cómo ilumina mi vida?

3.- ¿Qué tengo que cambiar para ser más como Jesús?

4.-¿Qué me falta para ser más como Él?

Acción de gracias y peticiones personales

Señor, Tú todo lo sabes, Tú sabes que te quiero. Yo sé que no ves mi pecado ni mi indignidad, sino que apuestas por mí una y otra vez. Así como Tú no solo perdonaste  tus enemigos, sino que los amaste y diste tu vida por ellos, ayúdame a que yo también pueda amar a mi prójimo, incluso a quien es mi enemigo. Que yo nunca me deje guiar por la venganza o las antipatías, sino que tu caridad ilumine toda mi vida.

Amén.

– (Si quieres, puedes pedirle al Señor por tus intenciones).

 – Reza un Padre Nuestro, un Ave María y un Gloria…

Consagración a María

–  Pidámosle a María que nos ayude a vivir el perdón en nuestra vida rezando esta oración:

Madre de la Misericordia,
tu corazón bondadoso
rebosa de clemencia,
por ello te imploro
que me obtengas el perdón
por los muchos males
que he hecho,
y también,
¡oh Madre!
enséñame a perdonar como Tú,
que ante tantos males
que te hicieron,
hasta arrebatar de tu lado
a tu divino Hijo,
siempre respondiste
con el más magnánimo perdón.
Amén.

+  En el nombre del Padre, y del Hijo, y del Espíritu Santo. Amén.

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