Compartimos con ustedes algunos extractos de la catequesis del Santo Padre el 16 de Mayo, 2012.
“Muchas veces, en nuestra oración, le pedimos a Dios que nos libere del dolor físico y espiritual y lo hacemos con gran confianza. Sin embargo, a menudo tenemos la impresión de no ser escuchados, por lo que corremos el riesgo de desalentarnos y de no perseverar. En realidad, no hay ningún grito humano que no sea escuchado por Dios”.
“La oración no nos exime de la prueba y del sufrimiento, aún más –dice San Pablo– que ‘gemimos interiormente aguardando la adopción como hijos y anhelando que se realice la redención de nuestro cuerpo’”.
“Por medio de la cruz y de la muerte, Dios ha respondido con la resurrección del Hijo y con la vida nueva. La oración animada por el Espíritu Santo nos lleva también a nosotros a vivir cada día el camino de la vida, con sus pruebas y sufrimientos, con plena esperanza y confianza en Dios, que nos responde como le respondió al Hijo”
“la oración, sostenida por el Espíritu de Cristo que habla en lo más profundo de nosotros mismos, nunca se queda encerrada en sí misma –nunca es sólo rezar por mí– sino que se abre al compartir los sufrimientos de nuestro tiempo y de los demás”
“la oración se vuelve intercesión por los demás, y, por lo tanto, liberación de mí mismo, canal de esperanza para toda la creación, expresión de ese amor de Dios que se derrama en nuestros corazones por medio del Espíritu Santo que nos ha sido dado”.
“Y precisamente ello es un signo de verdadera oración, que nunca se finaliza sobre mi mismo yo, sino que se abre a los demás. De forma que me libera y ayuda a redimir al mundo”.