La Virgen María es Madre de los Apóstoles. Como nos enseña el Papa Juan Pablo II:
«En medio de ellos (los Apóstoles) María “perseveraba en la oración” como “madre de Jesús” (Hch 1, 13-14), o sea de Cristo crucificado y resucitado. Y aquel primer núcleo de quienes en la fe miraban “a Jesús como autor de la salvación”, era consciente de que Jesús era el Hijo de María, y que ella era su madre, y como tal era, desde el momento de la concepción y del nacimiento, un testigo singular del misterio de Jesús, de aquel misterio que ante sus ojos se había manifestado y confirmado con la Cruz y la Resurrección. La Iglesia, por tanto, desde el primer momento, “miró” a María, a través de Jesús, como “miró” a Jesús a través de María».