Sin la oración diaria vivida con fidelidad, nuestra acción se vuelve vacía, pierde su alma profunda, se reduce a un mero activismo que, nos deja al fin insatisfechos. Hay una hermosa invocación de la tradición cristiana para ser recitada antes de toda actividad, que dice: ” Inspira nuestras acciones, Señor, y acompáñalas con tu ayuda, para que todo lo que digamos y toda acción nuestra tengan siempre en ti su principio y su cumplimiento”. Cada paso de nuestra vida y cada acción, también de la Iglesia, se debe cumplir ante Dios, a la luz de su Palabra.
Catequesis de Benedicto XVI, 25 de abril de 2012.